Revista Verde y Blanco / Santa Cruz / Julio del 2012
En el XVIII Congreso del Instituto Internacional de Historia
del Derecho Indiano, en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la
Universidad Nacional de Córdoba, el pasado martes, 17 de julio de 2012
expusieron dos bolivianos, el Ilmo. Sr. Dr. D. Félix Alfonso del Granado,
que fue profesor clínico de medicina de la Universidad de Chicago, y su hijo
el Sr. Dr. D. Juan Javier del Granado, que es investigador asociado del
Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional de México.
Allí estuvieron además algunos de los más destacados historiadores
contemporáneos de Hispanoamérica, como los profesores Bernardino Bravo Lira
y Antonio Dougnac Rodríguez de la Universidad de Chile, los profesores
Abelardo Levaggi y Víctor Tau Anzoategui de la Universidad de Buenos Aires,
el profesor Alejandro Guzmán Brito de la Pontificia Universidad Católica de
Valparaíso, y otros más.
La ponencia de los académicos bolivianos
estuvo dedicada a la vida y trabajo del médico gaditano Ilmo. Sr. Prof. Dr.
D. Santiago María del Granado y Navarro Calderón, I conde de Cotoca, que fue
un benefactor de la humanidad quien en la primera década del siglo XIX trajo
la vacuna de la viruela a las regiones más remotas del Alto Perú, antes de
que llegara la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna con el impulso de
la entonces corona española.
La acción humanitaria sin precedentes
de este galeno, abuelo del poeta laureado Javier del Granado y Granado,
protegió y salvó la vida a miles de personas en las comarcas indígenas de la
audiencia de Charcas y de las antiguas reducciones jesuitas que dependían de
las gobernaciones de Moxos y Chiquitos, como señala reiteradamente en su
informe Santiago Liniers, virrey del Río de la Plata entre 1807 y 1809.
Realizada con el bálsamo de la caridad y un verdadero amor al prójimo,
además de su peculio personal, el doctor Del Granado llevó a feliz término
la misión de la vacuna, ¡sin cargo al real erario ni gravamen alguno para
las poblaciones beneficiadas por su actuación!, varios años antes de que
llegase la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna enviada por el rey
Carlos IV. Al ser distinguido por la corona, este noble gaditano eligió la
denominación de Cotoca, con fervor y sobresaliente devoción a la Inmaculada
Concepción, para engalanar y embellecer, aun más si cabe, la imagen de la
excelsa patrona del Oriente, que representa la fusión sincrética de las
culturas española e indígena, en una advocación mariana que surgió cuando
los fieles alzaron la vista hacia lo alto del árbol de jororí, sagrado para
los pueblos chiquitanos por la veneración de Quipozi, la deidad protectora
contra epidemias y contagios. “Salvar vidas es prueba irrefutable de
nobleza”, dijo acerca de este honor conferido en nombre del rey Fernando VII
el profesor portorriqueño István Szászdi León Borja de la Universidad de
Valladolid, quien también destaca la actuación en la isla caribeña del
doctor catalán Francisco Oller y Ferrer, abuelo del pintor impresionista
americano Francisco Manuel Oller y Cestero. En todo caso, esta merced
nobiliaria debe distinguirse nítidamente de las otras, como Alastaya, Casa
Palacio o Valle de Tojo, que fueron concedidas en las provincias
altoperuanas más por el interés económico de la Corona que en función de
excepcionales méritos contraídos y relevantes servicios prestados al reino
durante el periodo colonial.
La actuación del facultativo Del
Granado en el Alto Perú representó un intento de saldar la deuda histórica
que los conquistadores españoles del siglo XVI habían contraído con la
población americana. A raíz del descubrimiento, conquista y colonización del
Nuevo Mundo, una variedad de enfermedades desconocidas para los indígenas
comenzó a causar miles de víctimas entre los mismos, siendo la viruela la
más terrible de ellas. En el año 1520, esta enfermedad acabó con más de la
mitad de los indígenas del Nuevo Mundo. Los ponentes aseveraron que la
mentalidad ilustrada de este galeno, procedente del Real Colegio de Cirugía
de la Armada de San Fernando de Cádiz, centro de estudio peninsular donde
por primera vez en Europa en el siglo XVIII se aúnaron los estudios de la
medicina y de la cirugía, promovió la implementación de la vacuna en algunos
de los confines más remotos e intransitables de la América profunda.
El reformismo de la dinastía borbónica durante el siglo XVIII ha sido
objeto de numerosos estudios políticos, económicos, culturales y sociales a
lo largo del tiempo. En general, se han concentrado en los cambios
políticos, la modernización administrativa de la monarquía y la influencia
de las reformas en el movimiento de independencia. Otros, de manera
particular se han enfocado en el estudio de la implantación del sistema de
Intendencias en España y América como un hito representativo del reformismo
que se produjo a finales del siglo XVIII; pero pocos se han interesado en el
análisis de los alcances que dicho reformismo tuvo en acciones concretas de
sanidad pública en las distintas regiones de los virreinatos americanos.
La presentación fue elogiada por todos los asistentes e historiadores
que quedaron gratamente impresionados con la innovadora ponencia de los
académicos bolivianos con base fundamental en las fuentes documentales y
archivísticas de la colonia. Las fuentes que los ponentes utilizaron para
elaborar su trabajo provienen de tres sitios distintos: en Sevilla, el
Archivo General de Indias; en Buenos Aires, el Archivo General de la Nación,
y en Sucre, el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. Este noble
español fundó en América una familia notable, desde hacia varias
generaciones, por su amor a la literatura así como por su dedicación a
tareas humanitarias en favor de los pobres y los necesitados y en defensa de
los derechos humanos, entre los que destacan el santo obispo Granado y Juan
Sin Miedo.