1782 Tribunal del Real Protomedicato
1785 Carta Sobre la Despoblación de América
1808 Archivo de Mojos y Chiquitos
1809 Archivo General de Indias
1810 Extracto General de la Expedición Filantrópica de la Vacuna
1810 Junta Suprema Gubernativa del Reino
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LA REVÁLIDA
Doy fe que el día de ayer 16 mayo a las ocho de la mañana, estando en una sala
de este Tribunal del Real Protomedicato, el señor doctor don Miguel Gorman,
protomédico general, alcalde mayor y presidente de él, y los señores don Franco
Argerich, licenciado don José Alberto Capdevila, Agustín Eusebio Fabre,
examinadores en medicina y cirugía, entró a ella don Santiago Granado a efecto
de ser examinado, habiendo estado dentro cerca de dos horas y hoy día de la
fecha ejecutó lo mismo con igual concurrencia, y después de haber estado una
hora fue llamado a la misma sala donde en mi presencia dijeron dichos señores
haber examinado, en teórica, y práctica, al susodicho, y haberle aprobado por
cirujano latino, en cuya virtud mandaron hiciese el correspondiente juramento,
como lo ejecutó y le fue recibido por mí por Dios nuestro señor, y una señal de
cruz según forma de derecho, en cargo del cual prometió usar bien y fielmente de
la facultad de tal cirujano latino en que ha sido aprobado, que defenderá en
público y en secreto el misterio de la purísima concepción de María santísima
Señora nuestra, que asistirá a los pobres de limosna, sin llevarles derechos ni
salario alguno; y que cumplirá en todo con las obligaciones de sus encargos. Y a
la conclusión dijo: Sí juro y amén. Con lo que mandó dicho señor presidente se
le despachase título en forma.
Y para que conste así lo certificó, firmándolo dichos señores con el candidato
en Buenos Aires a 17 de mayo de 1782 años: Miguel Gorman, Francisco Argerich, José Alberto Capdevila, Agustín Eusebio
Fabre, Santiago Granado
—Juan Aguirre de Ibarra, escribano real
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Señor don Miguel Gorman, protomédico general de Buenos Aires:
Muy señor mío, y amigo: Confieso a vuestra merced que
han sido muchas y variadas las calamidades forzosas que asolaron a la humanidad;
y aun así, entre las más devastadoras, está el mal de las viruelas, cruel y
terrible azote que no perdona a nadie, algo así como el amor que nos toca a
todos. Tenemos todavía a la vista los vacíos que hizo en casi todo el reino,
cuando en diferentes tiempos asoló este feliz país y privó a nuestro soberano de
un gran número de vasallos. Luego están los otros males: los que son obra y
gracia de todos los mortales, que han logrado devastar las esperanzas e
ilusiones de un sinnúmero de hombres, como las guerras intestinas y exteriores y
los trabajos forzados, particularmente el laboreo de las minas, donde los
naturales mueren sepultados vivos. La comunicación de nuestras enfermedades a
estas tierras en que no eran conocidas eliminó la población a medida que
avanzábamos por el continente, por lo que a veces encontrábamos territorios
vacíos y pensábamos que se trataba de yermos desiertos y despoblados. Este es un
error de que no nos debemos admitir, porque un mefítico ángel exterminador iba
delante de nosotros y la gente moría o huía. A decir a vuestra merced verdad,
habría que entregarse al recogimiento de la oración ante la aceptación de las
calamidades porque, las más veces, somos nosotros mismos los que hacemos que
evolucionen y se enquisten. Nuestro Señor guarde a vuestra merced los muchos
años que deseo. Santa Cruz, y octubre 18 de 1785
—Santiago Granado
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Señor gobernador militar y
político de Chiquitos, don Miguel Fermín de Riglos:
Siendo uno de los fines de la
piadosa mente de nuestro soberano la conservación del fluido vacuno para la
sucesiva progresión, y que logre la posteridad este beneficio en sus dominios, y
uno de los encargos de mi comisión vaccina, instruir exactamente a las personas
que conceptúe capaces y aptas para el efecto, introduciendo la práctica y
conocimientos bastantes en sus amados vasallos, en que se ha dignado hacer los
más estrechos encargos para que se propague esta utilidad importante y benéfico
remedio, cerciorado de la propensión de vuestra señoría a ver cumplidas las
intenciones del soberano y beneficio de estos naturales, como lo ha manifestado
la solicitud de vuestra señoría, sus providencias acordadas para el caso y las
disposiciones, prevenciones, persuasiones y órdenes, para haber logrado todo el
deseado suceso, no puedo prescindir de hacer presente a vuestra señoría que ya
me hallo en este pueblo, el sexto de la provincia, próximo a evacuar la importa
de los cuatro más remotos restantes y he propendido aquellos piadosos fines, aún
de mayor interés, que la misma introducción y aún no he podido combinarlos por
la ineptitud de estos naturales para confiarles el precioso hallazgo, de que no
se harán cargo ni podrán advertir todo el aprecio y atención que merece, para su
práctica y anexidades; y que no obstante que el secretario de la provincia y
administrador de la capital de San Ignacio y el de este pueblo han adoptado con
amor y esmero, siendo el más recomendable este comedimiento, los conocimientos
para la perpetuidad, que practicarán, esto no es de ningún modo suficiente para
asegurar un negocio de tanto interés, y en que no deben perderse los momentos
oportunos de su terminación, que no podrán unir con sus cargos, o se perderá con
las contingencias anexas a sus empleos. Mas propongo a vuestra señoría sería muy
conveniente, y lo seguro, que cada pueblo contribuyese para dotar
competentemente un individuo, que anduviese vagando por la provincia hecho cargo
de perpetuar, conservar e instruir en el modo y forma, hasta que ya no se recele
de la pérdida de un interés tan recomendado; y para ello si adaptase, propongo a
vuestra señoría a mi hijo el alférez don Juan [Francisco] Granado, plenamente
instruido en toda la práctica y efectos del preservativo, que para tal caso
desde luego lo sacrifico por el bien del estado, y de la humanidad, hasta que se
radique con conocimientos y fijeza el interés que vuestra señoría mismo ha
solicitado en beneficio y alivio de la provincia de su mando, dictándome para
ello, si fuere necesario, las órdenes que sean de su agrado y mi procedimiento.
Dios guarde a vuestra señoría muy felices años, San Rafael, y octubre 23 de 1807
—Santiago Granado
Muy poderoso señor:
Incluyo a vuestra señoría el
oficio original del facultativo don Santiago Granado, que está acabando de
vacunar los últimos pueblos de esta provincia, en que ofrece a su hijo el
alférez don Juan [Francisco] Granado, para conservar e instruir sobre la
práctica y efectos del preservativo para que vuestra señoría siendo servido, se
sirva dar suerte a este superior tribunal lo que tuviese por conveniente nuestro
señor. Guarde a vuestra señoría muchos años, pueblo de San Rafael, 26 de octubre
de 1807
—Miguel Fermín de Riglos.
Vista al señor fiscal.
Proveyendo y rubricando el decreto ante los señores presidente de la audiencia y
oidores de esta real audiencia y fueron jueces los señores doctores don Antonio
Boeto y don José de la Iglesia, oidores en La Plata en 25 de noviembre de 1807
años
—Manuel Sánchez de Velasco
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Señor gobernador, militar, y
político, de la provincia de Moxos, don Pedro Pablo de Urquijo:
Siendo una de mis mayores
atenciones en la expedición de la vacuna, que tengo por mi parte completada en
estas provincias, la del mando de vuestra señoría por la considerable distancia,
y lo penoso de su internación, circunstancias de sus naturales, y benigno
notorio celo de vuestra señoría, deseoso, de comunicar este gran beneficio que
el paternal amor de nuestro soberano ha proporcionado a sus amados vasallos, a
esos infelices necesitados, a que no es fácil arrostrar sin una resolución de
demasiada humanidad, y beneficencia, que a mis expensas he cumplido en honor de
estos respetables objetos, y mejor servicio del estado, como el más fiel y
asiduo vasallo, en todo lo restante de estos confinados dominios, participo a
vuestra señoría mi determinación, y dedicación, para que, siendo servido se
propague este interés, como lo supongo de la notoriedad de sus procedimientos en
los habitantes del gobierno de vuestra señoría, pueda, proporcionarme el
transporte indispensable, e indios de todas edades, para que empezados a vacunar
en ésta, progresivamente se vaya verificando en la navegación, y que al arribo a
ésa pueda propagarse de brazo a brazo, sin aventurar el suceso; tengo yo el
honor entonces de recibir las órdenes de vuestra señoría, como ahora las espero
para su puntualidad. Dios guarde a vuestra señoría muchos años,
Santa Cruz, y septiembre 4 de 1808
—Santiago Granado
Se copia de su original, que existe en la Secretaría de mi cargo a que remito y
lo certifico, San Pedro de Moxos, y junio 5 de 1808
—Lucas José de González,
secretario interino de gobierno
Muy poderoso señor:
Por la copia de oficio que a
vuestra alteza incluyo, tendrá vuestra alteza en conocimiento de la solicitud
del facultativo en cirugía y medicina don Santiago Granado; esperando del
notorio celo de vuestra alteza al bien de la humanidad, se delibere lo que
convenga; y caso que vuestra alteza mire este asunto con el interés que así creo
es debido hacia estos naturales, con lo proveído por vuestra alteza notificaré
al interesado. Dios guarde la cesárea real persona de vuestra alteza los años
que la cristiandad ha menester, San Pedro de Moxos, y
junio 25 de 1809
—Pedro Pablo de Urquijo
Vista al señor fiscal con el
documento que acompaña. Proveyendo y rubricando el decreto ante los señores
presidente de la audiencia y oidores de esta real audiencia y fueron jueces los
señores doctores don José Agustín de Uzoz y Mozi, don José Vázquez Ballesteros y
don Gaspar Remírez de Laredo y Encalada, conde de San Xavier etcétera, oidores
en la Plata en 22 de diciembre de 1809 años
—Ángel Mariano Toro
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Volumen 35, disposiciones comunes
1768-1808 XXIII. Moxos y Chiquitos
Sobre los trabajos que en la
vacunación de los naturales de Chiquitos en 1807, y de los de Moxos en 1808,
practicó el facultativo en medicina y cirugía, don Santiago Granado , en los
tiempos de los gobernadores Riglos y Urquijo.
—Gabriel René Moreno
SEÑOR GOBERNADOR MILITAR Y POLÍTICO DE CHIQUITOS, DON MIGUEL FERMÍN DE RIGLOS:
Siendo uno de los fines de la piadosa mente de nuestro soberano la conservación
del fluido vacuno para la sucesiva progresión, y que logre la posteridad este
beneficio en sus dominios, y uno de los encargos de mi comisión vaccina,
instruir exactamente a las personas que conceptúe capaces y aptas para el
efecto, introduciendo la práctica y conocimientos bastantes en sus amados
vasallos, en que se ha dignado hacer los más estrechos encargos para que se
propague esta utilidad importante y benéfico remedio, cerciorado de la
propensión de vuestra señoría a ver cumplidas las intenciones del soberano y
beneficio de estos naturales, como lo ha manifestado la solicitud de vuestra
señoría, sus providencias acordadas para el caso y las disposiciones,
prevenciones, persuasiones y órdenes, para haber logrado todo el deseado suceso,
no puedo prescindir de hacer presente a vuestra señoría que ya me hallo en este
pueblo, el sexto de la provincia, próximo a evacuar la importa de los cuatro más
remotos restantes y he propendido aquellos piadosos fines, aún de mayor interés,
que la misma introducción y aún no he podido combinarlos por la ineptitud de
estos naturales para confiarles el precioso hallazgo, de que no se harán cargo
ni podrán advertir todo el aprecio y atención que merece, para su práctica y
anexidades; y que no obstante que el secretario de la provincia y administrador
de la capital de San Ignacio y el de este pueblo han adoptado con amor y esmero,
siendo el más recomendable este comedimiento, los conocimientos para la
perpetuidad, que practicarán, esto no es de ningún modo suficiente para asegurar
un negocio de tanto interés, y en que no deben perderse los momentos oportunos
de su terminación, que no podrán unir con sus cargos, o se perderá con las
contingencias anexas a sus empleos. Mas propongo a vuestra señoría sería muy
conveniente, y lo seguro, que cada pueblo contribuyese para dotar
competentemente un individuo, que anduviese vagando por la provincia hecho cargo
de perpetuar, conservar e instruir en el modo y forma, hasta que ya no se recele
de la pérdida de un interés tan recomendado; y para ello si adaptase, propongo a
vuestra señoría a mi hijo el alférez don Juan [Francisco] Granado, plenamente
instruido en toda la práctica y efectos del preservativo, que para tal caso
desde luego lo sacrifico por el bien del estado, y de la humanidad, hasta que se
radique con conocimientos y fijeza el interés que vuestra señoría mismo ha
solicitado en beneficio y alivio de la provincia de su mando, dictándome para
ello, si fuere necesario, las órdenes que sean de su agrado y mi procedimiento.
Dios guarde a vuestra señoría muy felices años, San Rafael, y octubre 23 de 1807
—Santiago Granado
Muy poderoso señor:
Incluyo a vuestra señoría el oficio original del facultativo
don Santiago Granado, que está acabando de vacunar los últimos pueblos de esta
provincia, en que ofrece a su hijo el alférez don Juan [Francisco] Granado, para
conservar e instruir sobre la práctica y efectos del preservativo para que
vuestra señoría siendo servido, se sirva dar suerte a este superior tribunal lo
que tuviese por conveniente nuestro señor. Guarde a vuestra señoría muchos años,
pueblo de San Rafael, 26 de octubre de 1807
—Miguel Fermín de Riglos.
Vista al señor fiscal. Proveyendo y rubricando el decreto ante los señores
presidente de la audiencia y oidores de esta real audiencia y fueron jueces los
señores doctores don Antonio Boeto y don José de la Iglesia, oidores en La Plata
en 25 de noviembre de 1807 años
—Manuel Sánchez de Velasco
SEÑOR GOBERNADOR, MILITAR, Y POLÍTICO, DE LA PROVINCIA DE MOXOS, DON PEDRO PABLO
DE URQUIJO:
Siendo una de mis mayores atenciones en la expedición de la vacuna, que tengo
por mi parte completada en estas provincias, la del mando de vuestra señoría por
la considerable distancia, y lo penoso de su internación, circunstancias de sus
naturales, y benigno notorio celo de vuestra señoría, deseoso, de comunicar este
gran beneficio que el paternal amor de nuestro soberano ha proporcionado a sus
amados vasallos, a esos infelices necesitados, a que no es fácil arrostrar sin
una resolución de demasiada humanidad, y beneficencia, que a mis expensas he
cumplido en honor de estos respetables objetos, y mejor servicio del estado,
como el más fiel y asiduo vasallo, en todo lo restante de estos confinados
dominios, participo a vuestra señoría mi determinación, y dedicación, para que,
siendo servido se propague este interés, como lo supongo de la notoriedad de sus
procedimientos en los habitantes del gobierno de vuestra señoría, pueda,
proporcionarme el transporte indispensable, e indios de todas edades, para que
empezados a vacunar en ésta, progresivamente se vaya verificando en la
navegación, y que al arribo a ésa pueda propagarse de brazo a brazo, sin
aventurar el suceso; tengo yo el honor entonces de recibir las órdenes de
vuestra señoría, como ahora las espero para su puntualidad. Dios guarde a
vuestra señoría muchos años. Santa Cruz, y septiembre 4 de 1808
—Santiago
Granado
Se copia de su original, que existe en la Secretaría de mi cargo a que remito y
lo certifico, San Pedro de Moxos, y junio 5 de 1808
—Lucas José de González,
secretario interino de gobierno
Muy poderoso señor:
Por la copia de oficio que a vuestra alteza incluyo, tendrá
vuestra alteza en conocimiento de la solicitud del facultativo en cirugía y
medicina don Santiago Granado; esperando del notorio celo de vuestra alteza al
bien de la humanidad, se delibere lo que convenga; y caso que vuestra alteza
mire este asunto con el interés que así creo es debido hacia estos naturales,
con lo proveído por vuestra alteza notificaré al interesado. Dios guarde la
cesárea real persona de vuestra alteza los años que la cristiandad ha menester,
San Pedro de Moxos, y junio 25 de 1809
—Pedro Pablo de Urquijo
Vista al señor fiscal con el documento que acompaña. Proveyendo y rubricando el
decreto ante los señores presidente de la audiencia y oidores de esta real
audiencia y fueron jueces los señores doctores don José Agustín de Uzoz y Mozi,
don José Vázquez Ballesteros y don Gaspar Remírez de Laredo y Encalada, conde de
San Xavier etcétera, oidores en la Plata en 22 de diciembre de 1809 años
—Ángel
Mariano Toro
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Señor don Francisco de Viedma y
Narváez, capitán general, gobernador intendente, y justicia mayor de esta
provincia por Su Majestad:
Por cuanto, don Santiago
Granado, médico titular de esta ciudad, para su residencia formal en ella se
halla próximo de marchar a la de Santa Cruz a conducir su familia, y que ha de
transitar por los lugares de los partidos de Mizque y Valle Grande,
aprovechándome, pues, con esta oportunidad de la pericia que tiene adquirida
dicho médico en la operación del específico remedio de la vacunación contra el
implacable y peligroso mal de las viruelas que tanto estrago ha causado siempre
en todas edades y sexos, y principalmente en los enunciados partidos, en Santa
Cruz de la Sierra, en las misiones de la Cordillera, y en las de Moxos y
Chiquitos, por lo ardiente y húmedo de sus climas, por tanto, y en atención a
los estrechos encargos que la piedad de nuestro soberano tiene hechos a todos
los jefes de la provincias de mis domicilios para la propagación de este
importante y benéfico remedio, aun recomendado por el sumo pontífice a todos los
prelados de la Santa Iglesia por ceder en ejecución y práctica en conocido,
imponderable beneficio de la humanidad, comisiono para la referida vacunación al
expresado don Santiago Granado a fin de que, llevando consigo el fluido vacuno o
algunos niños inoculados, verifique personalmente la práctica del indicado
remedio contra el mal de las viruelas en los lugares que les sean posibles. Y
para que no carezcan los otros de tan importante beneficio, instruirá
exactamente a las personas que conceptuase capaces y aptas para dicha operación
de la inoculación, proveyendo de los instrumentos y materiales necesarios. Y en
su consecuencia ordeno y mando a los subdelegados y demás personas sujetas a mi
jurisdicción que el enunciado Granado lo hayan y tengan por tal comisionado de
este gobierno, y que le administren todos los auxilios que necesitase para el
desempeño de su comisión. Y a este mismo intento ruego y encargo a los señores
párrocos y reverendos padres conversores que cooperen de su parte con el celo
que es debido, exhortando a sus feligreses sobre el experimentado bien que el
paternal amor de nuestro augusto soberano les ha solicitado. Es dado en esta
Leal y Valerosa Ciudad de Oropesa, valle de Cochabamba a 7 junio de 1806 años,
firmado de mi mano, sellado con el de mis armas, y refrendado por el infra
escrito escribano del gobierno
—Francisco de Viedma y Narváez
Por mandado de su señoría
—Francisco Ángel Astete, escribano de Su Majestad, público, real hacienda,
gobierno, y diezmos. Aquí sellado. Vuestra señoría nombra de comisionado al
facultativo don Santiago Granado para la vacunación contra el mal de las
viruelas en los partidos y lugares supra referidos.
Muy ilustre cabildo, justicia y regimiento:
El médico titular de esta ciudad
hace presente a vuestra señoría hallarse comisionado por este gobierno para la
importante y recomendada operación de la vacuna, su propagación, conservación e
instrucción en las provincias de la intendencia, como aparece del título y
nombramiento que a vuestra señoría original acompaño, para que se sirva
reconocido y anotado, mandar devolvérmelo; y como me hallo próximo a salir a
esta importancia que aceleraré en el modo que me sea más asequible, se me hace
forzoso al mismo tiempo comunicarle a vuestra señoría para en su atención
obtener el respectivo permiso, sin nota de abandono de mi cargo, que tan
exactamente he desempeñado hasta el día; y sin perjuicio de él, con tal legal y
forzoso e interesante motivo, suplico se digne vuestra señoría franquearme la
que corresponde a continuación, quedando anotado para la debida inteligencia,
conforme sea de justicia sin perjuicio y en prevención de mi procedimiento,
Cochabamba y junio 20 de 1806
—Santiago Granado
Los señores del ilustre cabildo,
justicia y regimiento de esta dicha ciudad, a saber, los que adelante irán
firmados, habiéndose congregado en esta su Sala Capitular a tratar y conferir
sobre las cosas tocantes al pro y utilidad de la república, y estando así juntos
y congregados, acordaron lo siguiente: En este cabildo se leyó un escrito
presentado por el médico titular de esta ciudad, facultativo don Santiago
Granado, acompañado del título y comisión liberado por el señor gobernador
intendente para la operación y propagación del específico de la vacuna en el
distrito de esta intendencia; y esperando hallarse próximo a salir a su destino
pide, que por este ilustre cuerpo, se le conceda de su parte el permiso que
corresponde, y se anote para que por su ausencia no se entienda haber abandonado
su cargo. En cuya inteligencia acordaron conceder, y de facto concedieron el
permiso solicitado, y recomendaron que poniéndose testimonio de este capítulo a
continuación de su pedimento se le entregue para su resguardo junto con el
título manifestado. Con lo cual se concluyó en este cabildo, y los señores que
asisten a él lo firmaron por ante mí; de que doy fe. En esta Leal y Valerosa
Ciudad de Oropesa, a los 27 días del mes de junio de 1806 años
—Canals, Vidal, Domínguez Rico,
Quevedo y Ruidías
Visto bueno. Así consta y parece
de la cabeza, capítulo y pie del acuerdo original de su contexto, que se halla
sentado en el libro capitular, que al presente corre, al que me remito,
Cochabamba y junio 27 de 1806 años
—Marcos Aguilar y Pérez,
escribano de Su Majestad, público y de cabildo
Señor coronel del ejército, juez real subdelegado:
El médico titular de la ciudad
de Cochabamba hace presente a vuestra señoría hallarse comisionado por este
gobierno para la vacunación, conservación y propagación de este interesante
beneficio a la humanidad, recomendado por el paternal amor de nuestro soberano,
como todo aparece del título y nombramiento que adjunto; que presento para que
en virtud se sirva vuestra señoría tomar todas aquellas providencias que su
continuo celo manifiesta en la propensión con que se desvela en los asuntos más
interesantes; y para su ejecución, después de las diligencias que vuestra
señoría se sirva dictar y el señalamiento del día y hora que deberá ser en la
casa de vuestra señoría, para que se haga con la más solemne recomendación y
pública anotación de los primeros individuos, que se indilgan con este interés,
para documentalmente cerciorar a las superioridades de su efecto y forma. Se ha
de dignar vuestra señoría igualmente nombrar ciudadanos, o vecinos los demás,
para que practiquen iguales diligencias, hasta que por mi parte gradúe la
eficiente propagación, precedida la correspondiente instrucción para su
extensión y conservación, con cuánto tuviere que advertir y anotar y adelantar
al cumplimiento de mi comisión en esta ciudad y seguirla en los términos que se
me previene. Todo lo que espero, me comprometo, con el mayor interés y beneficio
público, y me pongo a las órdenes de vuestra señoría en estas importancias,
Santa Cruz y agosto 6 de 1806
—Santiago Granado
Vista la presente representación
con el título de referencia que la acompaña, liberado por el señor gobernador
intendente de esta provincia a favor del facultativo don Santiago Granado,
médico titular de la ciudad de Cochabamba, en que le comisiona para que propague
en esta ciudad, y demás partidos de la intendencia, el fluido vacuno como eficaz
específico contra el peligroso contagio de las viruelas. Y propendiendo a que
tan importante operación se efectúe con la mayor brevedad, por lo que interesa
al bien público, debía de mandar y mando que con mi asistencia se dé principio a
ella el lunes 11 del corriente a las cuatro de la tarde en la casa de mi
habitación, nombrándose como se nombra para que la presencien y certifiquen el
reconocimiento de sus resultas a don Cosme Damián de Urtubey, a don Francisco de
Bernardo Estremadoyro, a don José Antonio Vázquez, y a don José Anselmo Durán,
poniéndose a continuación en la forma que baste la primera diligencia y las que
en el asunto se fuesen practicando. Y para que llegue a noticia de todos, y
concurran a la misma hora los que necesiten de este importante beneficio,
haciéndosele saber al citado facultativo, se publicará en la forma y lugar
acostumbrado, cuya diligencia se comete. Así lo proveo, mando y firmo yo el
coronel de reales ejércitos, don Antonio Seoane, comandante del batallón de
milicias provinciales de esta ciudad y juez real subdelegado en ella y su
partido, actuando con testigos a falta de escribano, Santa Cruz y agosto 7 de
1806
—Antonio Seoane de los Santos
Edicto:
Por cuanto propendiendo el rey
nuestro señor (que Dios guarde) a reparar el grave daño y estrago que causa con
sus amados vasallos el implacable y peligroso mal de las viruelas, se ha servido
mandar propáguese en todos sus dominios la operación del específico remedio de
la vacunación contra este contagio, y el señor gobernador intendente tiene
nombrado para que lo efectúe en esta ciudad y su distrito al profesor en
medicina y cirugía doctor don Santiago Granado: Lo hago notorio al público para
que todas las personas que necesiten de este último preservativo preventivo
ocurran el lunes 11 del corriente a las cuatro de la tarde a la casa de mi
habitación, y sucesivamente en los demás días, para que el citado facultativo se
les haga en mi presencia y dé a las personas destinadas el efecto de dicha
operación. Y es hecho en la ciudad de San Lorenzo en ocho días del mes de agosto
de 1806
—Antonio Seoane de los Santos
Es copia del edicto. En la
ciudad de San Lorenzo en nueve días del mes de agosto del presente año yo, el
abajo firmado, habiendo hecho publicar en la forma y lugar acostumbrado el auto
que demuestra la anterior copia hice saber el decreto que está por cabeza al
facultativo don Santiago Granado y demás personas que en él se previene. Y para
que conste lo puse por diligencia
—José Anselmo Durán
Señor coronel del ejército, juez real subdelegado:
El facultativo don Santiago
Granado, comisionado de este gobierno para la importante recomendación de la
vacunación, hace presente a vuestra señoría: Por más esfuerzo que tengo
puntualizado en la propagación de este específico tan interesante a la
humanidad, que tiene el Estado tan recomendado y promovido con infatigable
esmero por el señor gobernador intendente de esta provincia, agitado por vuestra
señoría y con el mayor y más prolijo interés por mi parte, no se pudo conseguir
el fin en esta ciudad, como parece de la diligencia de los comisionados a la
presencia del efecto, y todo es constante a vuestra señoría. En estas estrechas
circunstancias procuré por cuantos medios y arbitrios me dictó mi razón y
conocimientos, ver logrados los grandes y útiles efectos a que anhelaba con
contracción, vacunando vacas, pero sin suceso, y procurando observar en ellas el
grano vacuno que les es peculiar, el que he notado en varias, pero
infructuosamente por haberlo advertido desproporcionado y estando de desecación;
cuando iba a hacer los últimos ensayos y ver si se lograba la propagación, no
habiendo descuidado con el mayor empeño y esmero en solicitar el fluido, acabo
de conseguir unas costras de verdadera vacuna que presento a vuestra señoría
venidas por el correo, y en su consecuencia sigo con mi comprometimiento y voy a
dar mi sitio en presencia de vuestra señoría hoy mismo a su práctica, y en ella
espero tenga a bien vuestra señoría mandar, siga las mismas prevenciones
ordenadas en su auto de 7 agosto último; para mejor metodizar la cosa, en forma
de un manifiesto que presenciado por los comisionados dé idea de todos los
efectos y se legalice por ellos oportunamente, advirtiendo en él lo que notasen
en cuanto sea bastante al esclarecimiento del resultado, quedando vuestra
señoría en la protección de todo, a cuyas órdenes me impongo, Santa Cruz, y
noviembre 6 de 1806
—Santiago Granado
Edicto:
Atento a las dos costras vacunas
que pone a la vista conseguidas con el más exacto esmero por el profesor doctor
don Santiago Granado, comisionado para su efecto, y hechas venir de la ciudad de
La Plata, procédase por el enunciado facultativo a la propagación y anexidades a
que se compromete. Y siguiéndose lo prevenido en auto de 7 agosto último por lo
tocante a los comisionados; éstos no sólo presenciarán la operación, poniendo la
diligencia de lo que advirtieren sobre el fin a que se dirige esta importancia,
sino también legalizarán el manifiesto que dicho facultativo fuese formando,
quedando esta subdelegación a franquear los necesarios documentos que gradúe en
justicia al mérito del resultado y dedicación con que se contrae en bien del
Estado el predicho individuo. Así lo proveo, mando y firmo yo el coronel de
reales ejércitos, don Antonio Seoane, comandante del batallón de milicias de
esta ciudad y juez real subdelegado en ella y su partido, actuando con testigos
a falta de escribano
—Antonio Seoane de los Santos
Certificaciones:
Los comisionados nombrados
certificamos que de la operación practicada el día 6 del corriente por el
facultativo comisionado don Santiago Granado con las dos costras vacunas hechas
venir por el mismo de la ciudad de La Plata, resultó el verdadero grano vacuno,
el que se ha propagado y va propagando con infatigable celo del comisionado, que
se dedica personalmente y sin dispensar momento, ni reparar incomodidad en su
propagación y repetidas observaciones, con que se contrae manifestando el
interés, con que en todas ocasiones se ha comportado a beneficio de la humanidad
y del Estado. De igual modo con su manejo, afabilidad, desinterés y prudencia
está atrayendo a todas las gentes a su beneficio, de que todos por los efectos
están satisfechos y ya se regocijan y dan gracias por el bien que se les ha
proporcionado. Y para manifestar los efectos que hayan resultado posteriormente
vamos advirtiendo y observando la anotación formada desde el principio por dicho
comisionado para su vista, y cerrarla con la diligencia que corresponde,
firmamos la presente en Santa Cruz y noviembre 29 del 1806
—Cosme Damián de Urtubey,
Francisco de Bernardo Estremadoyro, José Antonio Vázquez y José Anselmo Durán
Anotación que yo el doctor don
Santiago Granado, comisionado de este gobierno de Santa Cruz para la propagación
y anexidades del específico de la vacuna, formo de los individuos, en quienes se
va empleando esta importancia, con expresión de sus edades, mes y día en que se
vacunan, y se manifiesta en las columnas antecedentes: manifestación del grano,
estado, y desecación, que demuestran por vías las posteriores, y los nombres y
notas que se les advirtiese en el interior, en Santa Cruz año de 1806
—Santiago Granado
Los comisionados que han
advertido la presente anotación, y es la misma que prolijamente ha formado el
profesor comisionado de este gobierno para el interesante fin de la vacunación
que va firmada, certificamos que va conforme con su efecto según se ha podido
expresar hasta el día, siendo la última del estado en que se hallan los
vacunados hasta el día 4 del presente inclusive. Y queda dicho profesor
siguiendo su propagación personalmente, por no haber quien se pueda dedicar a
este interés, sólo acompañado de don Juan [Francisco] Granado, su hijo mayor,
para instruirlo exactamente en el modo, método y circunstancias; llevándose este
comisionado un peso recomendable tanto en lo penoso de la tarea como en lo
contractivo de la especulación, con desatención de todos los intereses y
negocios de su subsistencia para el presente, sin mayor gravamen al público ni a
su incomodidad, pues él mismo se la toma en buscar a los no presentados para
atraerlos a su seguridad, siendo tanto más plausible y meritorio en cuanto el
tremendo mal de las viruelas en esta provincia se arrastra a las dos terceras
partes de gentes; debiendo la misma a la pericia de este facultativo el reparo
de otros infinitos, en que se ha dedicado sin interés alguno, atropellando los
óbices que pudieran desmayarlo. Lo mismo que en el día se verifica, y sin reparo
de hora, puntualiza este gran interés de Estado y de la humanidad; y libertado a
estos vasallos fugitivos de la pestilencia de la viruela que se iba fermentando,
queda todo el público dignamente reconocido, decantando tan singular beneficio.
Y para constancia extendemos la presente en Santa Cruz, y diciembre 11 de 1806
—Cosme Damián de Urtubey,
Francisco de Bernardo Estremadoyro, José Antonio Vázquez, y José Anselmo Durán
Señor intendente y capitán general, don Francisco de Viedma y Narváez:
Participo a vuestra señoría el
feliz éxito que ha tenido la comisión que vuestra señoría puso a mi cuidado para
la propagación y conservación del importante reparo de la vacuna contra el
contagioso y destructivo mal de las viruelas, incluyendo la anotación formada
hasta el día de referencia, que manifiesta la serie y sucesos de un buen efecto
que sigo advirtiendo. Me he tomado el imponderable trabajo de no confiar a
persona alguna por falta de sujetos de instrucción, observar a costa de las más
prolijas tareas las variedades de que es susceptible esta importancia para que
no se falsifique, y ver logrado todo en vigor al paso que es tan recomendable y
necesaria a la Corona, en una provincia que ha sido víctima de un accidente que
la ha exterminado. Pero la eficacia infatigable de vuestra señoría puede hacerla
feliz, proporcionando la estabilidad de este interés que no conservarán estos
infelices y rústicos vasallos, que abandonan todas sus ocupaciones huyendo a los
bosques a precaverse de la general ruina del tremendo contagio de las viruelas
que los asedia. Para cuanto en el particular advirtiese vuestra señoría me tiene
pronto como el más deseoso instrumento de este beneficio, sin que dispense
fatiga y dedicación como las he tenido por el espacio de 21 años en estas
provincias, siendo de beneficio y procurando la conservación sin gravamen de sus
habitantes y aun con abandono y perjuicio de mis intereses, siéndome el mayor el
servicio al Estado sin prescindir del puntual y exacto servicio de mi rey en que
tiene destinado, quedando desde el año de 1801. Sírvase vuestra señoría
advertirme, e instruida en el posible modo, aquí y en estas tres misiones de la
provincia, la vacuna, pasaré a Cordillera, donde parece urge el reparo. Pudiendo
esto, quizás sea algún medio eficaz para atraer el barbarismo en solicitud del
antídoto contra la plaga que los aniquila; y para ello dícteseme vuestra señoría
las instrucciones y providencias que hallase más conformes. Puedo asegurar a
vuestra señoría, y al magnánimo corazón del excelentísimo señor virrey, cuya
vida se prospere y cuyas memorias no deben buscarse en el reconocimiento de esta
América Meridional, que este pueblo decanta con vivo agradecimiento la felicidad
que se le ha proporcionado. Y yo de mi parte, como exacto legado de mis
superiores, ofrezco que no se harán ilusorios las benéficas intenciones de
vuestra señoría en estas provincias, y tendré la satisfacción de conservar pura
la importancia y su necesidad de que se administre. Para ello espero los
preceptos de vuestra señoría en mis sucesivos procedimientos. Dios guarde a
vuestra señoría muy felices años, Santa Cruz y diciembre 12 de 1806
—Santiago Granado
Certificación:
Los comisionados nombrados en
vista de lo precedido y la presente anotación firmada formalmente por el
facultativo nombrado, que es la misma y conforme con sus efectos según hemos
advertido y examinado exactamente, certificamos que la vacunación de las 1.130
personas anotadas en la que ha practicado personalmente el mismo comisionado don
Santiago Granado, a costa de graves tareas, infatigable celo, y que ha podido
tener a la vista para las especulaciones que ha estimado conveniente, fuera de
otras tantas o más gentes que no se han anotado. Que hallándose la obra de tan
adelantada subcomisión hasta la vacunación del 31 inclusive de diciembre, que
igualmente que en todas está advertida; sin que por esto haya dejado en práctica
y trabajo en los días que repetidamente ha estado viajando de la misión de San
Juan de Porongo a acabar de observar los asentados y volviendo costa de su
incomodidad a proporcionar a aquellos indios tan gran interés de cuyas resultas
tenemos las más, a ser activas, favorables noticias. Que mientras está dicho
facultativo haciendo un ensayo en las vacas en esta misión de Porongo a
perpetuar la importancia a que se dedica como propio un constitutivo de un
ángel, queda su hijo mayor el alférez don Juan [Francisco] Granado entendiendo
la práctica, quien se ha dedicado con esmero y se halla exactamente instruido. Y
por último los comisionados advierten la más recomendable dedicación que
acostumbra este benéfico y desinteresado sujeto en todos sus encargos. Siendo
ésta inexplicable y lo más digna de atención, quien manifiesta el empleo de
muchas y grandes obras de que le son debidas estas provincias y el mayor
servicio del rey y del Estado. Con lo que cerramos estas diligencias, y para
constancia firmamos la presente en Santa Cruz, y enero 26 de 1807
—Cosme Damián de Urtubey,
Francisco de Bernardo Estremadoyro, José Antonio Vázquez y José Anselmo Durán
Señor comisionado para la vacunación, don Santiago Granado:
Muy señor mío: Cerciorado de la
comisión con que vuestra merced se halla por el gobierno a beneficio del Estado
y de la humanidad en el interesante fin de la vacuna, que la piedad de nuestro
augusto soberano ha proporcionado a sus amados vasallos, y que vuestra merced
desempeña graciosamente en esta ciudad de Santa Cruz llevado del ángel, o a que
se cumplan las piadosas reales intenciones; y atendiendo a la suma indigencia de
la feligresía este curato de San Juan de Porongo, víctima del terrible contagio
de las viruelas, propendiendo a proporcionarles todo el bien que la desdicha de
estos neófitos exige por los más eficaces medios con que en ellos se graben del
modo que sean los propios intereses de su subsistencia, dirijo a vuestra merced
a fin que se sirva pasar a este pueblo a la posible brevedad, acercándome para
ello el día que lo determine para presentarle cuantos auxilios sean conducentes,
debiendo vuestra merced contar igualmente con cualesquiera gratificaciones
debidas a sus penosas tareas, y al gran interés con que mi deseo le solicita. En
cuanto vuestra merced me advierta con cuántas órdenes fueren de su agrado, Dios
guarde a vuestra merced muchos años. Misión de San Juan de Porongo, y diciembre
22 de 1806
—Bernardino Cuéllar Izaga
Señor cura y vicario de San Juan de Porongo, don Bernardino Cuéllar Izaga:
El oficio que con fecha 22 del
presente acabo de recibir de vuestra merced como cura y vicario de esta misión
de San Juan de Porongo, anhelando como acostumbra al beneficio de su feligresía
con franqueza de mi propio interés en utilidad y ventaja de esos infelices
indios, siendo verdaderamente el principio que ha manifestado el interés de la
humanidad y del Estado en esta provincia, y que se ha señalado en querer ver
cumplidas las piadosas intensiones del paternal amor de nuestro soberano en el
imponderable que tiene el específico preservativo contra el destructivo contagio
de las viruelas, debo decirle que para el día 30 de este mes puede vuestra
merced despacharme los auxilios de transporte para mi marcha, y antes, dos o
tres naturales, para que vacunados en ésta se restituyan a ése; y nos sirva el
fluido más activo para la propagación a más del que yo conservaré en estos días,
en que la gente de estas campañas se ha agolpado en esta ciudad en solicitud de
este interés. Doy a vuestra merced las debidas gracias por su eficacia y la
franqueza con que se ofrece a todo costo en obsequio de mi comisión, cuyo mérito
no dejaré de alabarlo, pues aun que en ella no tengo interés de sueldo, ni
movimiento, los vivos deseos de vuestra merced hacen efectivas mis
recomendaciones y será más satisfactoria mi dedicación. Puede vuestra merced ir
disponiendo su gente y en el mínimo de quien se ha complacido en su
demostración, y ruego Dios guarde a vuestra merced muchos años, Santa Cruz, y
diciembre 24 de 1806
—Santiago Granado
Certificación:
Yo el cura propio de este pueblo
misión de San Juan de Porongo certifico van conformes con lo mismo que
advertido, y que queda toda la feligresía de mi cargo libre de la penalidad de
la viruela que la destruía, y según se ha especulado, parece, quedará en las
vacas para a los que fueren naciendo, liberándolos de tan grave plaga. Y como la
dedicación, amor a la humanidad, desinterés, tolerancia y constancia de este
facultativo para el beneficio de estas provincias haya sido tan exacta,
laboriosa y recomendable, no puedo detenerme de advertirlo, por hacerse acreedor
su mérito y circunstancias a las más eficaces recomendaciones que le son de pura
justicia. Y para constancia de sus efectos firmó la presente en el mismo pueblo,
febrero 9 de 1807
—Bernardino Cuéllar Izaga
Nota sobre el modo más fácil y seguro de vacunar:
Es coger con la mano izquierda
el brazo que se ha de picar abrazándolo en su parte externa, e interna, y
llevándolo a la posterior cuanto sea posible, y con el fluido en la punta del
instrumento, que no es el más cómodo, con la aguja se hace la primera impresión
sobre el cutis perpendicular, y pasándolo obligatoriamente de la parte interna a
la externa en el brazo derecho, y viceversa en el izquierdo con medio tanto de
un peso de introducción, que sólo interese el epidermis, se trae ligeramente a
la parte inferior, formando una cuarta parte de círculo, y elevando un poquito
la punta del instrumento, para que forme del epidermis una vejiguilla, se saca y
limpian sobre la picadura. Al sacarse el instrumento se afloja la mano que
sujeta, de mente que con las salidas, no sea igualmente el fluido por la
extensión de la parte. Y se deben hacer las picaduras sobre las incisiones.
Padre vice prefecto, fray Joaquín Beltrán:
Habiéndome comisionado por este
gobierno e intendencia para la propagación, incidencia del específico
preservativo de la vacuna contra el grave contagio de la viruela, cuya benéfica
obra tengo verificada gravosamente en esta ciudad y partidos, le comunico a
vuestra paternidad reverenda como al superior de estas reducciones de Cordillera
a fin de que siendo servido, se comunique la encargada importancia a estos
neófitos, como lo supongo del notorio celo de vuestra paternidad reverenda me lo
advierta y remita a la posible brevedad, ocho o diez naturales, que vacunados en
ésta con el fluido reciente más proporcionado a su fin, pasando yo con ellos
para sus efectos, y debiendo ser los indios de 15 a 20 años más robustos. En el
particular no me mueve más interés que el de la humanidad y del Estado, que
servirá vuestra paternidad reverenda de satisfacción y me comunicará las órdenes
que más fueran de su agrado. Dios guarde a vuestra paternidad reverenda felices
años, Santa Cruz y enero 10 de 1807
—Santiago Granado
Respecto a no haberme contestado
hasta el día al presente, que es copia del que dirige al muy reverendo padre
comisario vice prefecto de las reducciones de la Cordillera, sin duda por algún
extravío de la correspondencia, y hallándome dispuesto en un todo para caminar,
propendiendo a abreviar la importancia de la vacuna, se pase por mí a practicar,
empezando de la primera reducción de Piraí, distante de esta ciudad 34 leguas,
saliendo para ella sin falta alguna el día de mañana a toda mi costa y mención,
con los auxilios, cosas necesarias para todo el efecto de mi comisión. Y para
constancia firmo esta diligencia en Santa Cruz en 23 febrero 1807
—Santiago Granado
Habiendo yo el comisionado
llegado hoy 26 febrero de 1807 a esta reducción de Nuestra Señora de la Asunción
del Piraí, y encontrado en ella la contestación del muy reverendo padre
comisario fray Joaquín Beltrán de fecha 8 del mismo, detenida por falta de
conductor, he tratado con el reverendo padre fray José Blanco, conversor de
dicha reducción e impuesto de la comisión. Y a sus efectos me aseguró haber
estimulado a los indios; haciéndoles llamar en mi presencia les exhortó y
advirtió de la ventaja con que el paternal amor de nuestro soberano se
conduciría ante la miseria del mal de las viruelas que los destruía, proveyendo
se les proporcionase el antídoto para liberarlos. A lo cual, no obstante mis
suaves y expresivas reconvenciones del gran beneficio que se les seguía,
resistieron todos los jueces y capitanes, con lo que, y tratando con dicho
reverendo padre conversor, hemos convenido para que yo el día de mañana viaje a
la misión de Abapó a tratar con el reverendo padre vice perfecto y dar principio
desde aquella; y entretanto exhortar a los de ésta con su mayor eficacia a la
admisión de estos neófitos, y más si desde luego creen en el pueblo de Abapó
introducida la práctica, que puede servirles de bastante comprobante para que
este medio pueda conmoverlos, como están según la versión de que sólo al nombre
o semejanza de viruela huyen sin convención. Y para constancia firmó esta
diligencia el expresado maestro reverendo padre conversor conmigo hoy día en el
lugar
—Santiago Granado y fray José
Blanco
Certificaciones:
En este pueblo reducción de
Nuestra Señora del Pilar de la Florida, distante dos leguas del Piraí, habiendo
yo el comisionado llegado ayer 28 febrero por las muchas aguas, y tratado con el
muy reverendo padre conversor fray Francisco Mendiola, hallándole resuelto a la
práctica y efectos de mi comisión, no obstante el tema de los indios, se
determinó a que en mi presencia fueren reconvenidos, y verificado el 1 marzo con
las justicias quedaron satisfechos y racionalmente sujetos a las piadosas
intenciones del rey sobre que conmigo dicho reverendo padre conversor les hizo
los más estrechos encargos, como tan propenso al bien de su feligresía. Y
resolvimos que para que más se cercioren y satisfacen del experimentado bien que
el paternal amor de nuestro soberano les proporcionaba, vacunarse en dos
muchachos del mismo colegio, que les sirviera de comprobante y mayor estímulo a
los demás contra cualquier preocupación, que pudieran introducirles de otros
pueblos o gentes. Y de facto se vacunaron Santiago Faregua de cerca de 30 años y
Andrés Jovichaviri como de 15 años, y posteriormente el mismo día a instancias y
diligencias del mismo reverendo padre conversor, Marcos Farequanda como de 12
años, y según la disposición de la gente más subordinada e inquieta y la
eficacia de mi reverendo padre conversor, logramos en este pueblo todo el feliz
éxito que se desea y se verán cumplidas las piadosas reales intenciones a que se
compromete dicho maestro reverendo padre sin dispensar fatiga, ni yo contracción
en cualesquiera ocurrencia, cuyas diligencias se anotarán extendiendo para ahora
la presente que firmamos en dicha reducción, día, mes y año para constancia
—Santiago Granado y fray
Francisco Mendiola
Certificó yo el padre conversor
de la Santísima Trinidad de Abapó que habiendo llegado a este pueblo el
facultativo don Santiago Granado a proporcionar a sus habitantes el nunca
bastante ponderado remedio contra la viruela, la vacuna no se pudo poner en
práctica por ahora por la incapacidad y barbarie de estos neófitos, a quienes no
se les ha podido convencer de lo útil que él les sería; y sólo así en lo
sucesivo, desentrañando por mi propia experiencia, podrán admitir este remedio.
Y para su constancia lo firmó en ésta de la Santísima Trinidad de Abapó hoy 9
marzo de 1807
—Santiago Granado y fray Andrés
Caro
Habiendo llegado a este pueblo
hoy 9 marzo y manifestado la comisión, ventajas, hechos prácticos anotados y
documentados, y desimpresionando no poder causar la vacuna las muertes aunque
fray Francisco Cortés, reciente en esta misión, aseguraba haber visto en España
de donde poco tiempo hace morir varios vacunados, se procedió por su reverenda
paternidad conversor y vice prefecto a la dirigencia de arriba, venidos todos
los indios justicias y habiéndome propasado con manifestación del bien,
ventajas, y paternal amor, tuve a bien silenciar y determinar en vista de la
anterior dirigencia pasar a Zaipurú el día de mañana 10 con mi equipaje y
vacunados de Florida, para cuyo efecto pedí se me pasase el río Grande inmediato
al pueblo, por estar algo crecido, y de facto se previno al gobernador por su
reverenda paternidad conversor. Y lo pongo por diligencia
—Santiago Granado
El 10 de mañana ocurrió don José
Manual Saldía, comisionado por la subdelegación de Santa Cruz, con el fin de que
se vacune a su familia; pero muy secretamente, más no hallándose en el pueblo no
se verificó. Este día entendí que los indios obraban por mucho influjo, sobre
quien no le quise reconvenir por lo estrecho de mis circunstancias, pero
futuramente en todo tiempo podré dar bastante idea de tan bárbara oposición y
sus incidencias que se me ocultan. Era tarde, pasé el río y maliciosamente los
indios nos hubieron de ahogar y aguaron todo mi equipaje y víveres que todo se
perdió. Y para constancia extiendo la presente
—Santiago Granado
El 11 a la tarde después de
secar algo la ropa salí para San Rafael de Mazavi, distante 19 leguas, donde
llegué el 12 en la tarde habiendo encontrado a un reverendo padre conversor,
fray Juan Ramos, seis leguas antes de llegar, que se iba para Abapó, quien
entregó la atenta y generosa carta del capitán comandante que se agregará en lo
que me complace. Y en Mazavi, me encontré con el compañero fray Andrés Figueroa,
quien con gusto me recibió y rogó vacunar algunos de mañana antes de salir a
Zaipurú. Después llegó el reverendo padre conversor fray Manuel Ruíz de Nuestra
Señora de Guadalupe de Igmiri, distante una leguas de ésta, con quien he
tratado; y quedó en que verificada la vacunación y sus efectos en Zaipurú,
exhortaría como corresponde a sus indios, entre tantos pues por no saber no lo
había hecho. Con lo que firmo esta diligencia, en Mazavi 12 marzo de 1807
—Santiago Granado
Con motivo de haber llovido y no
poder salir para Zaipurú, yo el comisionado, viendo la buena disposición de esta
gente y eficacia en su dicho conversor, vacuné los que se anotaran no
procediendo a más por dejar fluido para adentro hasta tenerlo reciente. Y según
advierto la contradicción y esmero, quedará en esta misión la constancia del
fluido y conservación para la posteridad por su conversor presente a quien he
dado las debidas y correspondientes gracias por su beneficencia a la humanidad y
exactitud en lo que están del agrado del rey
—Santiago Granado
Con motivo de haber llegado el
indio teniente de este pueblo Antonio Pitaragua de conducir hasta Abapó los
infieles prisioneros que van a Cochabamba, trajo de aquella misión una cizaña
que introdujo en ésta contra el gran interés de mi comisión y persona. Lo que
advertido por el presente reverendo padre conversor fray Andrés Figueroa por
entender algo del idioma de ellos, despachadamente lo amonestó y amenazó. Con lo
que llevándome de regocijo al ver defendidas y autorizadas las piadosas reales
intenciones y encontrado un integrismo defensor de la humanidad, ensanchado,
tomé la voz y acción que me correspondía en obsequio de la recomendada
importancia, sin los temores que sujetaban mi energía, como se ha visto hoy que,
después de misa, se agolpó a la aplicación de dicho reverendo padre toda la
gente y justicias, ofreciéndose a la ejecución del específico. Y en este quieto
trance verifiqué la práctica, tomando el fluido, de brazo a brazo, de un indio
que había apto de los de la Florida. Y se vacunaron 76 hombres de todas edades
incluso los tres infieles y 105 mujeres de todas edades, y concluiré en éste con
el reciente cuando lo haya que ya se empiezan a manifestar las erupciones del
primer día, y son todos los vacunados 415. Con lo que quedando este muy fiel y
exacto reverendo padre conversor a la mira de todo, he instruido exactamente con
el mayor esmero e interés. Y quedándose con vacuna adecuada y benéfica
intención, se cierran estas diligencias hasta mi vuelta en que, no obstante, no
sea ya necesaria mi presencia por el expresado, se concluirá la obra digna de la
mayor recomendación por las constancias que evidentes van expresadas. Y para
constancia de todo y que aún pueda esclarecerse para su efecto firma conmigo la
presente el enunciado maestro reverendo padre conversor en esta misión de San
Rafael de Mazavi y marzo 15 de 1807
—Santiago Granado y fray Andrés
Figueroa
Habiendo yo el comisionado
salido de Mazavi para Zaipurú hoy 16 marzo, pasé por la misión de Agmiri, y su
reverendo padre conversor aseguró la importancia a su gente para que cuando
hubiese vacunados en Zaipurú, aptos se trajeran a su misión para la práctica en
ella. Siguiendo mi derrote, al llegar a esta misión del Patrocinio del Señor San
José de Tacurú, su muy reverendo padre conversor de ella fray Francisco Flaman
me detuvo, instándome con ansia practicare en su feligresía el experimentado
beneficio en que el paternal amor de nuestro soberano había proporcionado, y que
deseaba liberar a estos sus hijos de la fatal plaga de la viruela; me aseguró
que no se resistirían, pues harían lo que su conversor les ordene. Se esmeró en
su franqueza en obsequio de mi comisión particularizándome en los vivos deseos
de ver cumplidas todas las superiores disposiciones, y manifestó su alma amante
de la humanidad. En esta virtud procedí gustoso y ansioso a vacunar, que lo
verifiqué todo día sin ninguna interrupción 296 personas de ambos sexos y de
todas edades, principalmente unos párvulos y algunos infieles, quedando aún
mucho. Son los vacunados aquí 296. Y quedando poco fluido para propagar en
Zaipurú hemos resuelto con dicho muy reverendo, y digno de la mayor
recomendación, padre conversor pase a aquella misión, y concluido el fluido para
que pueda servir sucesivamente a cuantos necesiten de este antídoto, me venga a
ésta para no sólo libertarlos a todos, sino tomar cuanto conocimientos sean
necesarios para su práctica y conservación del fluido para lo sucesivo, y poder
designar sin error al verdadero grano preservativo, a lo que me he comprometido
y a más que fuera, viendo su anhelo y positivos deseos, dándole las gracias por
su gran eficacia y demostraciones a nombre de la superioridades de donde emana
mi comisión. Y para constancia de lo acaecido y practicado en esto solicité
firmar esta diligencia al presente maestro reverendo padre conversor, que lo
verifica conmigo, en esta misión de Tacurú, y marzo 17 de 1807
—Santiago Granado y fray
Francisco María Flaman
Respecto a hallarme
permanentemente completada en esta cordillera mi comisión con las mayores
ventajas, y sin distancia en los benignos efectos del preservativo, acreciendo
el número de libertados hasta el día según lo comprobado y advertido hasta la
formal erupción de los últimos a 6.713 personas de todas edades y sexos, fuera
de los vacunados desde la última diligencia por mí y el encargado don Juan de
Dios Rojas, quien ya en un todo se halla instruido, advertido, y con
instrumentos y materiales necesarios franqueados por mí para todo el efecto útil
y ventajoso, que consultado con el actual comandante capitán don José Miguel
Becerra hace más proficua la importancia que recomendable la obra para sus
efectos. Se le ha liberado título al enunciado Rojas comprometido a hacer el
gran servicio al Estado y humanidad, referente a las circunstancias que se han
previsto más conformes a la recomendación y conservación y se le ha extendido
con esta fecha. Y habiendo quedado dicho comandante en advertir y reparar cuanto
al caso conduzca; parece que ya por mí el día de hoy al retirarme, vertiendo lo
que sea del caso en las reducciones inmediatas del tránsito, en que el modo se
halla el interés. Y cerrando aquí con estas diligencias cuánto va practicado y
advertido para que al corriente, la firma conmigo el encargado, en esta
reducción de San Antonio de Zaipurú el 6 abril de 1807 por hallarse el
comandante en corrida
—Santiago Granado y Juan de Dios
Rojas
Señor comisionado para la vacunación, don Santiago Granado:
Muy señor mío: En cumplimiento
de mi ministerio, visto el oficio que vuestra merced me dirige con fecha del 10
enero de 1807 con el objeto de comunicar el beneficio de la vacuna a los
neófitos Chiriguanos de mi cargo, he consultado mi determinación con los padres
conversores de estas cuatro reducciones como más adelantadas en Cristiandad y
política. Y me responden los padres que las dirigen, que por muchos años de
conversores, se hallan con mayor conocimiento de sus naturales, que era muy
conveniente se ejecutase en beneficio tan útil y benéfico a la humanidad de
estos naturales, y celebramos el buen celo de los ministros de nuestro soberano
y de vuestra merced que se compromete a las fatigas anexas a la operación vacuna
gravosamente con el único fin de favorecer a sus neófitos. Pero al presente
conocemos no poder conseguir el remitir a esta ciudad los mozos que solicita por
ser la peste de la viruela el accidente más temible para con ellos, pues vemos
que los padres y madres desamparan a sus hijos e hijas y los dejan con un total
abandono. Mas propongo a vuestra merced que fuera acertado el medio de vacunar a
algunos avecindados en el sitio nominado Pozuelos, que dista cuatro leguas de
Piraí, para ver si con este ejemplo podríamos conseguir, los padres conversores,
consintieran en la sobredicha operación nuestros neófitos, para que conseguida
la sanidad en éstos consintieran los de las demás misiones en la operación de la
vacuna tan proficua para la conservación de estos naturales. Dios guarde a
vuestra merced muchos años, como se lo apetece su atento y seguro capellán,
Abapó y febrero 8 de 1807
—fray Joaquín Beltrán
Señor comisionado para la vacunación, don Santiago Granado:
Muy señor mío: Cerciorado de la
comisión con que vuestra merced se halla para el gobierno y capitanía general de
estas provincias, para el importante fin de la vacuna que tanto interesa estas
misiones, y que ha arribado a las inmediaciones de Abapó según me asegura el
teniente don Isidoro Chávez, prevengo a vuestra merced que si para el efecto de
su desempeño necesita algún auxilio, estoy pronto a franqueárselo; le advierto
que con eficacia y esmero tengo reducido los ánimos de estas misiones cercanas,
quienes desean el arribo de vuestra merced, y los padres conversores, lo mismo
que el capitán mayor Santiago Cunanibry, por habérselo ofrecido el 8 enero el
señor gobernador cuanto estuvo aquél en Cochabamba. Puede vuestra merced según
mi concepto acelerar su viaje a ésta donde se logrará todo el suceso, pues me
tiene a mí que lo auxiliaré y haré que cumplan exactamente las disposiciones de
nuestro soberano rey y determinaciones a ellas concernientes de la
superioridades. Y por último en cuanto vuestra merced conceptúe útil y necesario
para el desempeño de su importante comisión, tendrá pronto lo que servirá a
vuestra merced de satisfacción para deliberar según prefiere, mientras ruego a
Dios guarde a vuestra merced muchos años, Zaipurú, y marzo 10 de 1807
—José Miguel Becerra
Señor capitán comandante de estas fronteras, don José Miguel Becerra:
Muy señor mío: Estando ya
adelantado el específico preservativo contra el grave mal de la viruela en que
vuestra merced ha tenido la mayor parte de la eficacia, con que antes de mi
llegada dispuso los ánimos a la práctica, y después de prevenir su victoriosa
correduría, ha estado coadyuvando a que se cumpla la mente piadosa de nuestro
soberano y superiores providencias que les son constantes, como tan propenso al
más exacto servicio, y manifestando en éste, además de la puntualidad, la
benéfica inclinación a la humanidad y al Estado, curso a vuestra merced a fin de
que no habiendo inconvenientes se sirva hacer venir al que sirva de practicante
en auxilio de las ocurrencias de enfermedades en las tropas del comando para que
se instruya por mí exactamente en la práctica, efectos, conocimiento, y
conservación del específico. Pueda ser útil a la posteridad y fines que se
prevean de tan gran interés, pues aunque hay algunos padres conversores que
quisieran conservar la importancia, y son los más adictos, según las diligencias
que tengo practicadas, siempre será muy conducente y utilísimo que, con la
inspección de vuestra merced y para sus fines, se mantenga en vigor por persona
de su mando, a quien pueda ordenar y destinar a las ocurrencias, que le pueden
ayudar a sus designios cuando ya noticiosos los enemigos, que los destruye la
viruela, ocurran al sagrado del preservativo que los liberte, lográndose así la
mejor conservación y todos los fines que vuestra merced gradué conducentes.
Habiendo los indios de Abapó
pasarme el río Grande, que estaba bajo, se me echaron a perder todos los víveres
que tenía, y mojándome enteramente todo el equipaje maliciosamente y
exponiéndome a ahogar. Y estando en ésta los tres indios de Florida, que
advirtieron todo el procedimiento, e igualmente para poder esclarecer el hecho
precedido, se servirá vuestra merced averiguar con ellos exactamente cuánto de
realidad hubo en el particular. Y según resulte, ponérmelo a continuación en
contestación para que su fe informe lo que corresponda en honor, obsequio y
ventajas de mi comisión con cuántas advertencias puedan ser útiles al mayor
servicio del rey y del Estado. Dios guarde a vuestra merced muchos años, Zaipurú
y marzo 23 de 1807
—Santiago Granado
Señor comisionado para la vacunación, don Santiago Granado:
Muy señor mío:
En contestación al anterior que esta mañana recibí de vuestra merced debo
decirle que inmediatamente mando baje a ésta el que sirve de practicante don
Juan de Dios Rojas, para los fines que me anuncia, por cuanto vuestra merced
estime conveniente en el particular de su comisión, para cuyo efecto se lo
franqueó en un todo, y cuanto sea necesario a su fin y utilidad de la obra.
He averiguado exactamente lo que
vuestra merced solicita sobre el procedimiento que sufrió en el río Grande de
Abapó. Y vienen acordes con cuanto vuestra merced expresa, añadiendo uno de los
indios de Florida que maliciosa y advertidamente procedieron los indios, según
él mismo los oyó en el mismo medio del río, asegurando pretendían ahogarlo para
ahogar la viruela. Con cuyo motivo habiendo vuestra merced salvado, de temor de
los que le acompañaban, se mojó todo su equipaje y perdido enteramente cuantos
víveres traía, y esto a bien librar. Y reconvenido el mismo indio si los padres
le habían advertido el cuidado que correspondía a su persona y circunstancias,
expresó que nada sobre el particular había oído le dijeran, añadiendo que el río
no estaba de suceder ningún fracaso, pues estaba manso. Y que todo fue muy de
caso pensado y bien dispuesto a que sucediera lo ya dicho. Es cuanto se me ha
informado, preguntando detenidamente, y que he sentido en el alma haya vuestra
merced de sufrir tantos riesgos, injurias y pérdidas, cuando viene a ser tan
útil y autorizado por nuestro gobierno. Todo lo que servirá a vuestra merced de
pleno esclarecimiento para los efectos que puedan convenirle con lo que queda
absuelto el de vuestra merced del día de la fecha. Dios guarde a vuestra merced
muchos años, Zaipurú y marzo 23 de 1807
—José Miguel Becerra
Señor comisionado para la vacunación, don Santiago Granado:
Muy señor mío: Contestando
vuestra merced sobre la solicitud para que le advierta los motivos que le
impidieron la entrada a Cabezas a su rencargada comisión, de no decirle, que fue
por advertencia que le hizo el reverendo padre fray Francisco Mendiola conversor
de Florida, resultante de una carta que le dirige el padre fray Sebastián
Cuenca, conversor de Cabezas, en que le dice que los indios de la referida
misión se resistían a admitir la vacuna y aun a interrumpir el paso al
comisionado, el que se exponía en llegar con ese fin. En cuanto precedió, queda
vuestra merced contextuado para el esclarecimiento que le sea necesario en
comprobante de sus deberes. Dios guarde a vuestra merced muchos años, Florida y
marzo 27 de 1807
—fray Buenaventura González
Certificaciones:
Habiéndose observado toda la
vacuna bien caracterizada, y no quedando ya duda alguna en la proporción que se
han guardado para su permanencia, dejando cristal y todo al reverendo padre fray
Manuel Ruíz conversor de Zaipurú para su seguridad y comprometimiento de
conservación, y habiendo vacunado el 5 y el 6, dos infieles párvulos que para el
efecto de su uso en los granos vacunos llevo conmigo, paré hoy con el encargo a
reducción de Tacurú, donde he encontrado muchos granos vacunos y tan adelantada
la práctica por su muy reverendo padre conversor que ya no admite duda. Y está
igualmente comprometido a conservar la importancia que no se duda de su eficacia
y esmero, dándose en ésta la mano con el encargado. No obstante, se vacunaron
por mí de primera vez 100 personas, fuera de otras vacunadas en el acto por
dicho muy reverendo padre y por el encargado, quedando aún algunos para la
conservación sucesiva. Con lo que, y no estando más que proceder, se finalizan
aquí las diligencias con las advertencias anotadas y complacencia de tan felices
sucesos. Para constancia se firma por el enunciado muy reverendo padre conversor,
por el encargado y por mí en Tacurú a 7 abril de 1807
—Santiago Granado y fray
Francisco María Flaman
En esta misión de Igmiri fueron
vacunados, de brazo a brazo y de primera, por mí 488 personas de todas edades y
sexos, con anuencia y esmero grande de su muy reverendo padre conversor; se han
observado bien caracterizados granos. Y también, lo mismo que en otras, es muy
frecuente aparecer indistintamente varios verdaderos granos, atribuyéndose a
haber rascado las picaduras y seguidamente las partes donde han aparecido otros.
No he advertido síntoma alguno de consideración. Y quedando con dicho maestro
reverendo padre conversor en que para la posteridad, el encargado citará a la
misma y atenderá el mérito de su deseo con proporcionar tan gran beneficio, se
cierran las diligencias de comisión, que firma el muy reverendo padre conversor
conmigo, en Igmiri a 9 abril de 1807
—Santiago Granado y fray Manuel
Ruíz
Teniéndose a la vista todo lo
practicado y hallándose en esta reducción de San Rafael de Mazavi, donde pasé
después de vacunar cumplidamente en Igmiri, a solicitud del reverendo padre
conversor, al completo de los 488 de la anterior diligencia tan perfeccionada la
importancia con el celo, esmero, beneficencia y dedicación de sus plausibles
reverendos padres conversores, que han continuado la obra y perpetuarán el
interés, sobre que se les ha repetido las debidas gracias y quedado en darse la
mano en el particular con el encargado; se vacunaron por mí de brazo a brazo 97
personas de todas edades y sexos que componen el total en toda esta Cordillera,
según logrado y documentado de 7.300. Con lo que, y no advirtiéndose cosa
particular, sólo lo mismo que las demás misiones, las erupciones iguales, fuera
de las picaduras por los motivos, según se deduce anotados, se concluyen en ésta
las diligencias de mi comisión. En nada ha sido gravosa, si muy onerosa y
costosa, por todo digno al gran interés de Estado y de la humanidad, en que no
se ha dispensado fatiga, dedicación, esmero, penalidades e intereses por parte
del comisionado hasta haber lograda tan exactamente todo el fin de las piadosas
reales intenciones y jefes a ellos propensos. Y en constancia de todo se
certifica y firma la presente final por los enunciados muy reverendo padres
conversores, por el encargado y por mí en San Rafael de Mazavi el 12 abril de
1807
—fray Juan Antonio Ramas, fray
Anzures Figueroa, Juan de Dios Rojas y Santiago del Granado
El 12 abril salí de Mazabi con
ánimo de parar hasta la Florida, por no exponerme a un desaire o riesgo en las
antecedentes misiones, cuyos padres conversores han mantenido recelo sobre mi
comisión. Y justamente dudé aún de la pasada del río que está bastante crecido,
por cuyo motivo al menor riesgo se parará por mí. Y lo firmó en dicho río, abril
13 de 1807
—Santiago Granado
Habiendo pasado el río el 13, en
el tercer brazo cayeron las mulas; se averió todo mi equipaje y víveres que
componían tres cargas, pero gustoso por haber salvado la vida. Al llegar al
último brazo encontré con un indio llamado Cuyupi, quien me dijo que pasará
aquel brazo que era el peor, que él sabía tener caridad con los españoles, pues
a él lo había criado uno. De facto empezó a convocar gente y se le resolvía
hasta el último que enteramente corrió. Me dijo ‹no quiero pasar esta viruela›,
con lo que el indio nombrado se esforzó con los pocos que había reducido. Y me
pasaron sin novedad aunque a costa de bastante interés de aguardiente, carne y
plata, que según me hallo cerciorado, es lo corriente, e indistintamente no
siendo para esto incapaces ni bárbaros. Y de lo precedido fue cerciorado el
soldado Pablo Nadia, que habiendo llegado lo detuve para que preguntase al dicho
indio y me impusiese de todo. Para constancia se extiende esta diligencia en el
camino del 14 abril de 1807
—Santiago Granado
El 15 salí a entrar a la Florida
a ver el paradero de los vacunados y su propagación, estando ya a los traídos de
Zaipurú en estado por si fuere necesario, pues el fluido que traía todo se aguo.
De facto de que a la una observé los dichos vacunados, concluido todo el curso,
pero que no se había propagado. A las tres recordé al padre conversor y luego
fui a verlo. Mas nada me trató; se desentendió en un todo de la vacuna. Y con
ansia de mi parada, que en nada le interrumpió, más antes abrevió, expresó no
tener nada que dar a los muchachos de mi compañía, cuyos actos presenció
Santiago Giles, mozo. Y para constancia de ésta y la atención firma conmigo el
enunciado don José Miguel Cuéllar como que ha averiguado lo precedido y mi
certeza, en esta campaña de Piraí, y abril 15 de 1807
—Santiago Granado y José Miguel
Cuéllar
Señor coronel del ejército, juez real subdelegado:
El profesor de medicina y
cirugía, comisionado por el gobierno para el interesante fin de la vacuna, don
Santiago Granado, ocurre a la justificación de vuestra señoría, en la más
bastante forma haciéndole presente: Para el debido lleno de su encargo, que
acaba de practicar en la Cordillera de Chiriguanos, se le hace indispensable dar
la disposición en forma de don Valentín de la Fuente. Por cuyo indispensable
requisito pide a vuestra señoría se sirva hacer bajar a la ciudad a este
individuo, y que bajo el debido juramento, diga, si en el pueblo de Florida le
encargué la noticia de mi llegada, a quiénes y para qué efecto; y si esto lo
verificó, con qué personas, en qué modo, cómo se recibió, y cuántas expresiones
se contestaron en el particular, estilo, y espíritu de proferirle, sin ocultar
cuánto hubiere notado y advertido en la materia hasta la final resolución, clara
y distintamente y con las mismas voces y términos. Y hecho devolvérseme todo
original para mi debido procedimiento, descargo o advertencia; tan interesante y
encargado asunto me corresponde. Sobre que a vuestra señoría suplico acceda a mi
solicitud conforme sea de justicia, Santa Cruz, y abril 22 de 1807
—Santiago Granado
Por presentada. Y respecto de
hallarme embarazado en asuntos graves del real servicio, el capitán de
infantería don Cosme Damián de Urtubey, a quien se da la comisión en derecho
necesaria, procederá a recibir la declaración que se solicita. Y hecho lo
devolverá a la parte como lo pide. Así lo proveo, mando y firmo yo el coronel de
reales ejércitos don Antonio Seoane, comandante del batallón de milicias
provinciales de esta ciudad y juez real subdelegado en ella y su partido,
actuando con testigos a falta de escribano
—Antonio Seoane de los Santos
En el asiento de Santa Cruz de
la Sierra a 28 días del mes de abril de 1807, ante mí, el capitán de infantería
don Cosme Damián de Urtubey, juez comisionado para recibir la información que se
solicita, pareció presente don Valentín de la Fuente, natural de los reinos de
España y vecino de ésta, a quien le tome juramento. Lo hizo por Dios Nuestro
Señor y una señal de la cruz, bajo del cual prometió decir verdad de lo que
empiece, y le fuere preguntando, diciéndole al tenor del asunto que antecede,
dijo: Que de ida para el curato de Sauces en comercio de azúcar y otros varios
efectos del país, encontró en el pueblo de la Florida al doctor Del Granado, de
quien lo está el pedimento de uso. Y, habiendo con él conferenciado largo
tiempo, le comunicó que la misión de Piraí no había puesto en planta su
comisión, por causa de que el conversor de allí fray José Blanco no quiso de
modo alguno venir a ella, detectando que aquellos naturales prófugos se harían a
los montes, y que por lo mismo omitió practicar las diligencias posibles por
parte suya, a efecto de que admitiese la interesante y benéfica operación de la
vacuna.
Que después de precedido todo
esto, le manifestó una carta dirigida por el reverendo padre vice prefecto fray
Joaquín Beltrán, en contestación a la parte que le dio, sobre el fin a que se
determinaba su comisión, en la que según se acusa, por mayor, se oponía a dicha
operación. De cuyas resueltas, y estando para proseguir su marcha, le implicó
con reiterados encargos noticieros que hubiere a los demás padres conversores de
las misiones del tránsito por donde tenía precisamente que parar, acerca del
destino que llevaba. Y que en efecto luego que llegó a la de Cabezas, trató con
el padre fray Miguel Alonso conversor menor, quien le respondió con acritud y
mal gesto, que aquella misión estaba dispuesta para nada de cualesquiera asuntos
o negocios que quisiese tratar el doctor don Santiago del Granado, a lo que no
se replicó cosa alguna el declarante, habiendo observado que al día siguiente
bien de mañana salió a caballo con aceleración para la de Abapó, en donde
después de pasadas 24 horas, le halló en compañía del padre vice prefecto del
conversor mayor de ella fray Andrés Caso y de un segundo, cuyo nombre y apellido
ignora. Que en el mismo instante que arribó a dicha misión, precedidas aquellas
atenciones, que con debidas de urbanidad y política, de pronto le salió el
reverendo padre vice prefecto, preguntándole: ‹¿cómo le iba al doctor don
Santiago Granado con la vacuna?› A lo que él le respondió que en la Florida
había vacunado 18 personas y que no sabía si posteriormente vacunaría otras más.
Y que en esta ocasión le hizo varias reflexiones sobre la utilidad y gran
provecho que de ella resulta haber a aquellos indios, en la que el señor
gobernador intendente estaba muy interesado por el amor y caridad con que los
miraba, recayéndoles de cierto modo el estrago que en ellos hace el grave
accidente de viruelas, y a cuyo importante objeto había despachado al
facultativo Del Granado. A lo que le dijo el padre vice prefecto que ignoraba la
contestación que dio a dicho don Santiago, y mirándolo con un menosprecio grande
el impío dicho fray Miguel Alonso, entró de afuera el padre fray Andrés Caro,
como de mano armada y diciendo con altanería y orgullo: ‹¿Qué es eso?, ¿qué es
eso?, ¿qué es eso?› Le respondió el padre Beltrán: ‹Estamos tratando sobre la
vacunación›. A lo que volvió a decir el padre Caro: ‹¡Qué vacunación, ni qué
vacunación! Si quieren vacunar, que vayan a vacunar vacas, que no se puede en
gente porque se ganará en los montes›. Dice el declarante que le replicó con
instancia, haciéndole ver que procedía con terquedad, en un asunto que ocupaba
la atención del rey y del señor gobernador intendente de esta provincia. Y que
por lo tanto él, como los demás padres conversores, debían subir al púlpito a
persuadir a los indios a que admitieran aquel gran beneficio. A lo que le
respondió: ‹don Valentín, don Valentín ya vamos a comer. Aquí no hay más Rey, ni
intendente, que el padre Caso›. Con lo que se despidió el declarante de todos
ellos y prosiguió su camino hasta las orillas del río Grande, en donde habiendo
encontrado el gobernador del pueblo a su hijo, ambos le contaron que el padre
Caso había dicho a los indios que de ninguna manera se dejar vacunar, porque
‹don Santiago del Granado no era Dios para hacer milagros›.
Últimamente expone el declarante
que advirtió y notó desde que puso los pies en la misión de Piraí hasta la de
Abapó, que todos los conversores de aquellas reducciones, excluyendo al padre
fray Francisco Mendiola, estaban conspirando oponerse y hacer resistencia a que
don Santiago Granado pusiera en ejecución su comisión, por ser ordenada ésta del
gobierno. Y esto dijo en la verdad bajo del juramento que hecho tiene en que se
afirmó y ratificó. Y siendo leída esta declaración de verbo ad verbum dijo que
estaba muy bien sentada y que no tenía que quitar ni añadir y la firmó conmigo y
testigos que se hallaron presentes a falta de escribano público real
—Cosme Damián de Urtubey,
Valentín de la Fuente y testigos
Señor intendente gobernador y capitán general, don Francisco de Viedma y
Narváez:
Adjunto incluyó a vuestra
señoría testimonio legal de las diligencias practicadas en la Cordillera de
Chiriguanaes, en desempeño de la comisión que la benevolencia de vuestra señoría
confió a mi conocimiento y cuidado para el interesante fin de la vacuna. Por
ellas remito a vuestra inteligencia de los sucesos y buenos efectos en los nueve
pueblos de Mazavi, vacunadas más de 12.000 personas, aunque sólo parecen
inclusos los de Florida y Pozuelos, 7.340, con las documentadas de los progresos
que se siguen, y la conservación, propagación y perpetuidad de la importancia
que ha instruido y puede continuar muy conducente y eficaz en atraer los
infieles enemigos, con la utilidad de la obra conservada como se evidencia y
establecida como sea más conveniente para el apoyo y brazo de vuestra señoría.
Y, por el contrario, cual de ninguna eficacia la autoridad de su beneficencia en
los pueblos más cultos que, hasta Abapó, han resistido el imponderable bien con
grave daño del comisionado y bárbara oposición, inmediatamente dirigida contra
el gobierno y las sanas, sabias y piadosas intenciones de vuestra señoría como
lo manifiestan las diligencias comprobadas y en su virtud esclarecidas. No puedo
prescindir, según el resultado, de manifestar a vuestra señoría las perniciosas
consecuencias contra el Estado en el abandono, temeraria aversión y oposición a
un gobierno dirigido a las ventajas del mejor y más político establecimiento,
que déspota en el día en su manejo, interrumpe la religión, impide los progresos
y se opone al celo, ni tampoco dejar de advertir que el estado actual de esta
ciudad puede haber esparcido en aquellos pueblos la perjudicial cizaña, que
introducida como a vuestra señoría es constante, se halla propagada y advertida
en odio del gobierno y contravención de la natural y debida fuerza para el buen
orden, que nos mantiene y sujeta a la legal avenencia contra los voluntarios
excesos de la ambiciosa propensión. Me separo, como se evidencia, de los costos
que se me han ocasionado, detrimentos, perjuicios y graves estrechos de mi vida,
que he sufrido con la mayor tolerancia, pues todo ello lo consagro en obsequio y
sujeción a las piadosas paternales intenciones de mi soberano por el bien del
Estado y de la humanidad. Y dedico a vuestra señoría causa moral de la gran
obra, hallándome complacido en que la imponderable ventaja se halle vencedora,
asegurada por este fiel instrumento que resistente con esfuerzo ha logrado el
fruto del anhelo de vuestra señoría, que instruido de todo tomará las oportunas
deliberaciones y reparos que más fueren de su justificado agrado. Dios guarde la
importante vida de vuestra señoría muy felices años, Santa Cruz y mayo 11 de
1807
—Santiago Granado
Certificaciones:
Llegado a esta ciudad de
concluir la importancia de mi comisión vacuna en la Cordillera de Chiriguanaes,
y habiendo quedado antes pasar a ella con el cura propio de la misión de Santa
Rosa doctor don Pedro Gutiérrez, a fin de comunicar a su pueblo este gran
interés que deseaba, inmediatamente le noticié mi llegada y disposición al
efecto de la gracia del beneficio, en conformidad el mismo dicho señor cura bajó
a esta ciudad manifestando gran complacencia y asegurándome la puntualidad con
que se encontraría la obra sin óbice alguno, y la satisfacción que ello tendrá
por su recomendación y ventajas. Y trayendo conmigo varios indios vacuné hoy
seis para que dieran fluido reciente en aquélla poniéndoles de a cuatro
picaduras. Y para constancia extiendo la presente, que firmo yo el comisionado
en Santa Cruz a 7 mayo de 1807
—Santiago Granado
Habiendo salido de Santa Cruz yo
el comisionado el 13 del corriente con el expresado señor cura de la misión de
Santa Rosa, distante de esta ciudad 24 leguas de penoso camino de aguas,
llegamos hoy 14. Y dispuesta y prevenida la gente, di principio y de brazo a
brazo vacuné esa tarde 186 de todas edades y sexos. Son los vacunados del día
186. Y firmo esta diligencia en Santa Rosa, y mayo 14 de 1807
—Santiago Granado
Yo el comisionado de esta misión
de Santa Rosa con presencia y franqueza de su cura vacuné hoy en todo el día 330
personas de todas edades y sexos y de brazo a brazo. Son 330, y firma la
presente en dicha misión a 15 mayo de 1807
—Santiago Granado
Para concluir en el presente día
hizo venir dicho señor cura el resto de gentes para proporcionarles su
beneficio, y vacuné de brazo a brazo 239 personas de todas edades y sexos; se
completó el número de 755. En este pueblo misión de Santa Rosa en 16 mayo de
1807
—Santiago Granado
Se han vacunado este día 99
personas de todas edades y sexos, incluso muchos de la jurisdicción de esta
misión habiendo su cura amonestado y excitado como correspondía a la misión de
tan gran ventaja, y en debido cumplimiento a las sabias reales disposiciones
ordenadas por el gobierno; y esta tarde seis más, que son todos 870. Se han
observado los vacunados del primero y segundo día ya en estado de erupción bien
caracterizada. A ninguno se ha puesto cubierta alguna, porque he advertido les
acelera el curso al grano y vuelve el fluido purulento en su formación. Traté
con este señor cura desde luego sobre la conservación y perpetuidad de la obra,
y me expresó que Juan José Estrada, su sirviente, era muy hábil. Para el caso
con este motivo le he instruido práctica y exactamente en el modo, designación,
oportunidad, medios y forma para la posteridad. Me ha franqueado este señor cura
indios con granos para cuando al efecto haya de pasar a la reducción de Bibosi,
distante de ésta 23 leguas de muy penoso camino y de Santa Cruz 15 leguas, a la
que pasaré luego que advierta la perfección de la vacuna en el total anotado y
el completo instructivo a la conservación. Y para constancia extiendo la
presente en este pueblo misión de Santa Rosa a 17 mayo de 1807
—Santiago Granado
Se vacunaron el 18 veinticuatro
personas, y se observaron todas las reducciones de los tres primeros días en su
perfección, y las del cuarto apareciendo. No queda gente que vacunar, sólo que
vengan algunos de las inmediaciones y los que en el tránsito se encuentre. De
manera que son todos los vacunados de éste y en este pueblo según nombrado y
presenciado por este señor cura, 890. Con lo que, y las advertencias conducentes
a la importancia y anexidades, se cierran por mí el comisionado las presentes
diligencias de su efecto, que pasarán a este señor cura para que impresionado de
su certeza se sirva franquear a continuación la certificación que corresponda y
legalice los procedimientos para el correspondiente parte a la superioridad. Y
firmo la presente en Santa Rosa, y mayo 19 de 1807
—Santiago Granado
Yo el cura propio de este pueblo
de Santa Rosa don Pedro Gutiérrez, inspeccionadas las anteriores diligencias que
irán rubricadas, practicadas por el profesor comisionado al gran interés de la
vacuna, certifico van conformes con lo practicado y obrado según en ellas
aparece, quedando este pueblo de mi cargo con la satisfacción de su beneficencia
que deseaba, y sobre que plenamente se hallan cumplidas las piadosas reales
intenciones y disposiciones del gobierno a ellas propenso, en que lo ha
verificado el comisionado con contracción y esmero en beneficio del Estado y de
la humanidad sin inconveniente y fatiga, que nada ha dispensado al gran
beneficio de su contribución. Y para constancia de cuánto va expresado y
precedido, y que pueda obrar los efectos de su referencia, doy la presente que
firmo en este pueblo de Santa Rosa de mi cargo, y mayo 20 de 1807
—Pedro Gutiérrez
Yo el comisionado salí de Santa
Rosa después de estar todos los granos en estado el 22. Y habiendo vacunado en
los pagos de San Miguel, Torrente, Gisenda y Víbora llegue el 23 a la misión
nueva de Bibosi, y estando toda la gente dispuesta sin repugnancia por la
eficacia de su muy reverendo padre conversor fray Juan Hernández, que andaba por
este interés, vacuné en los dos días con gran satisfacción y regocijo 110
personas de todas edades y sexos únicos sin el preservativo. Y de la gente del
recinto 24, que son 130. Queda dicho muy reverendo padre conversor como el más
adicto a la humanidad y exacto de las superiores disposiciones del Estado
bastante hecho cargo para perpetuar el interés, que aseguró conservaría. Y para
constancia firma la presente diligencia conmigo en esta misión de San Juan
Bautista de Bibosi a mayo 24 de 1807
—fray Juan Hernández y Santiago
Granado
En el presente viaje se han
vacunado más de 500 personas de todas edades, sexos y condiciones fuera de los
anotados, que por la improporción y no haber sujetos presenciantes aptos no se
han puesto en diligencia. Se han advertido muchos vacunados en algunos parajes
por personas, que vista la práctica la han verificado. Y es reconocido y
confirmado no ser conveniente en esta provincia, cubierta y envoltura alguna a
las picaduras, y entre los indios los ningunos síntomas, bañándose desde luego y
de continuo sin reserva de estado de los granos, ni precaverse de humedad,
desabrigo, calor, ni otra intemperie, ni menos separarse de sus tareas y régimen
de alimentos y costumbres de improporción. Con lo que se finaliza bien instruida
mi comisión vacuna por lo respectivo a esta provincia. Formo el cómputo
verdadero del número ínfimo de vacunados en ella, según diligencias y formales
razones, fuera de los más, sin estos requisitos en los términos siguientes…
[sigue el detalle pormenorizado].
De manera, que según se advierte
son los libertados el número de 23.242 individuos, fuera de los muchos que
instruido el método, y circunstancias se han vacunado por curiosos, y los que
habrán verificado los encargados, con más los que se han parado sin advertir y
habiéndose observado ningún mal suceso, sin disonancia en los buenos efectos. Y
para que todo conste extiendo la presente en Santa Cruz, y mayo 30 de 1807
—Santiago Granado
Certificación:
Los comisionados nombrados para
la asistencia e investigaciones de la importante vacuna y procedimiento en ella
por el comisionado profesor don Santiago Granado, en presencia de lo logrado,
reconocido y advertido de las diligencias practicadas hasta la presente final
razón firmada por el mismo, advertencias, averiguaciones y ciertas noticias de
los hechos en su razón resultados, certificamos que cuanto va expresado es
conforme a obrado, presenciado, noticiado, encargado. Y el número de libertados,
como se manifiesta, el de 23.242, son el apreciable beneficio que queda
advertido y reencargado. Del mismo modo el empeño de dicho profesor es notorio;
atropellando inconvenientes, venciendo dificultades, despreciando posiciones, y
contra arremetiendo perjuicios y contratiempos, ha logrado la gran ventaja de su
inclinación y desvelo a favor de la humanidad y el nunca ponderado beneficio del
Estado en estas provincias, víctimas del terrible contagio de la viruela. Para
ello, es innegable, ha sacrificado este fiel y exacto vasallo, su comodidad,
intereses, subsistencia, y expuesto vigorosamente su vida, siéndole deudora todo
esta provincia de la más útil contracción que ha ejercitado veintidós años con
el más feliz suceso y afable conducta, sin ningún interés, ni compensativo, sin
dejar aún de hacerlo, no obstante su encargo, pues ha sido y es el único asilo
que con la mayor humanidad y loable acierto consuela y liberta todas las
dolencias de sus habitantes en todos eventos y circunstancias sin reparo alguno,
ni perjuicio obste. Y por último ha logrado el Estado, debido a sus asiduas
contracciones y gravosos vencimientos, la inexplicable ventaja de su
conservación en esta fronteriza provincia, que debiendo existir la más numerosa,
se halla en el día exhausta, víctima generalmente del estrago de la común plaga
que principalmente en la indiada ha asolado su progresión. Para constancia de
todo y el descargo de nuestro procedimiento mandado obrar en los autos de 7
agosto y 6 noviembre del año próximo pasado de 1806 por el señor coronel juez
real subdelegado, y para que pueda franquear los legales documentos a su efecto
comprobado, damos la presente final, que firmamos en Santa Cruz a 1 junio de
1807
—Cosme Damián de Urtubey,
Francisco de Bernardo Estremadoyro, José Antonio Vázquez y José Anselmo Durán
Certificación:
Don Antonio Seoane de los
Santos, coronel de los reales ejércitos y comandante del batallón de edificios
provinciales de esta plaza, vecino y juez real subdelegado de partido de ella,
certifico en la forma que más haya lugar en derecho a los señores que la
presente dieren, a donde ésta se presentare, cómo, por el antiguo y práctico
conocimiento que tengo adquirido en este vasto partido, me consta que el
epidémico y repetido contagio de la viruela ha contribuido al numeroso gentío de
mi vecindad a la lastimosa ruina de disminución en la mitad o más de sus
pobladores, en el espacio de 25 ó 30 años, cuya rapidez y fatal pestilencia he
visto con infinito dolor obligar a las familias a desamparar sus moradas y hasta
hacer habitaciones en los montes, con el evidente riesgo de perder su
subsistencia en los bienes de campaña y libranza, de que como único arbitrio se
mantiene. Y porque la clemencia de nuestro piadoso soberano ha propendido a
remediar en sus amados vasallos este accidente y mortal veneno de la humanidad,
certifico asimismo ser testigo presencial de los progresos felices que ha obrado
en este distrito las celosas providencias que ha tomado el señor gobernador
intendente don Francisco de Viedma en la comisión de la vacuna, que se confió al
profesor doctor don Santiago Granado, quien habiendo evacuado completamente su
encargo, me ha presentado este expediente, que comprobado plenamente tengo a la
vista. Y manifiesto los desvelos, fatigas, riesgos, gastos y peligros de la
vida, con que a su costa y mención ha conseguido, en las dilatadas partes a que
se ha conducido, inocular 23.242 personas, sin las infinitas que ha dispuesto
para su propagación en método y pericia, que promete la extirpación de tan
lamentable y perniciosa desgracia la humanidad. Es de notar y visto con la mayor
gratitud para que las suaves y amables circunstancias del carácter que anida a
este médico, ha podido en el viaje que hizo hasta las fronteras del barbarismo
de Cordillera de Chiriguanaes, que actualmente se hallan sobre las armas con
nuestras tropas, atraer el bando de los Isoreños, solicitando este remedio a su
temible pestilencia. Sin que por último pueda omitir certificar que el doctor
don Santiago Granado es vasallo proficuo del Estado, pues ni este prolijo y
penoso entendimiento de su comisión, ni otras particulares y provechosas
atenciones a la subsistencia de su dilatada, bien educada y ejemplar familia, le
han estorbado a la asistencia pública de esta vecindad, haciéndose tan visible
su hospitalidad y religión, que después de emprender su personal trabajo en
asistir los enfermos de todos estados y circunstancias, sin estipendio, gasta su
dinero en remediar las necesidades públicas y secretas. Lo que en justicia debo
informar a la superioridad, y reverentemente ante el Solío, por juzgar en
conciencia ser el doctor don Santiago Granado digno de que la piedad de Su
Majestad lo tenga presente en justa recompensa de sus distinguidos servicios. Y
en fe de ello y para sus efectos doy la presente en esta ciudad en Santa Cruz de
la Sierra a los nueve días del mes de junio de 1807
—Antonio Seoane de los Santos
Señor comisionado para la vacunación, don Santiago Granado:
He recibido los avisos de
vuestra merced de 11 del que se rige y testimonio que le acompaña, relativos a
la importante comisión en que se halla vuestra merced entendiendo de la vacuna,
y a sistematizar los progresos que ha conseguido en los pueblos de la Cordillera
de Sauces con aquellos neófitos y bárbaros de Isoro, teniendo que sufrir para
ello gastos, incomodidades, disgustos y demás que vuestra merced expresa y
resulta de dicho testimonio, de que le doy gracias por haberse sacrificado con
tanto esmero, amor y eficacia en beneficio de la humanidad y cumplimiento de las
soberanas piadosas intenciones del rey nuestro señor y órdenes de este gobierno,
que para su más puntual observancia le tengo comunicadas. Y quedo en hacer
presente a Su Majestad tan distinguido servicio para que su real magnificencia
se digne dispensarle las gracias, que sean de su soberano agrado.
En cuanto a la oposición que han
hecho los conversores de las reducciones de Piraí, Cabezas y Abapó, seduciendo a
sus neófitos a no administrar tan importante, útil, benéfica introducción de la
vacuna, ocasionando con tan perniciosa sugestión su total ruina con el temible
mal de la viruela, quedo igualmente informar a las superioridades donde convenga
para el debido remedio. Dios guarde a vuestra merced muchos años, Cochabamba y
mayo 26 de 1807
—Francisco de Viedma y Narváez
Edicto:
Al guarda mayor del río Grande:
Pase a esa provincia el facultativo don Santiago Granado. El administrador del
pueblo de San José le franqueara los indios y las mulas que necesite para su
internación, proporcionándole todos los auxilios que estén a su arbitrio, en
atención a venir a practicar la vacunación de estos naturales. Los
administradores de los pueblos por donde transite le franquearán todos los
auxilios necesarios con arreglo a lo prevenido en la circular de 25 julio, en
que prevengo y mando que no se escasee con alguna de cuánto pida y necesite, con
lo demás que en ellas se expresa, Santa Anna, y julio 26 de 1807,
—el gobernador Miguel Fermín de
Riglos, sirva como fuera de mi letra.
Señor comisionado para la vacunación, don Santiago Granado:
Muy señor mío: El señor
gobernador de esta provincia con fecha 4 del que rige, me previene remita a
vuestra merced auxilios para su transporte a dicha provincia, lo que verifico
mandado a vuestra merced ocho mulas con incluso de mi satisfacción, un carrero,
y cocinero. Deseando a más de las órdenes con que me hallo, propender en un todo
a la benéfica e interesante obra que vuestra merced se constituye como tan
amante a la humanidad, quisiera por mi parte proporcionar cuánto fuese
conducente al mejor beneficio de estos naturales, contando vuestra merced desde
luego para el efecto con cuánto penda de mi arbitrio en este pueblo que
administro. Y esperando sus órdenes ruego a Dios guarde su vida muchos años como
lo desea su afectísimo, que sus manos besa. San Javier, y agosto 15 de 807
—Pedro Pablo Durán
Señor administrador de este pueblo, teniente Pedro Pablo Durán:
Muy señor mío: Como no ha sido
bastante la gran eficacia de vuestra merced para conseguir un solo grano vacuno,
y porque el fluido en cristales no es infalible, como tengo advertido al extremo
de haberme hallado sin indios para que vacunados nos trajesen con cuidado,
cuando de San José me conducían, pero con la desgracia de haberse frustrado por
las repetidas crecidas en el río Grande, no obstante, pienso despachar el día de
mañana a mi hijo don Juan [Francisco] Granado a Santa Cruz para que lo inserte
de brazo a brazo y traiga con cuidado. Y para ello no dudo del singular ahínco
con que vuestra merced ha manifestado la mayor adicción a este interés, como tan
amante a la humanidad, me franquee cuatro o cinco naturales para el efecto, que
puedan salir con mi hijo el día de mañana, avisándome lo que estime conveniente
advertir. Dios guarde a vuestra merced muchos años, San Javier, y septiembre 6
de 1807
—Santiago Granado
Señor comisionado para la vacunación, don Santiago Granado:
Muy señor mío: Contextuando al
de vuestra merced con fecha de ayer 6 referente al gran trabajo que se ha tomado
en las vacunaciones que lleva practicando en 571 personas de este pueblo de mi
cargo, el esmero y esfuerzo con que ha promovido el suceso que deseamos, ya con
las vacas, ya con repeticiones a los vacunados para avivar su curso, según he
estado notando, a que no obstante el celo, prevenciones y ofertas, se ven
advirtiendo rascadas las erupciones que suceden tanto por el numeroso insecto
del mosquito y mariguí como por las continuas frotaciones en la hamaca, cama de
estos naturales, y estando como vuestra merced desde luego previó para iguales
acontecimientos el fluido no tan activo como el de brazo a brazo, para insistir
en la formación del grano, venciendo sin mayor vigor a estos accidentes, me
comunica vuestra merced la determinación que ha placido de despachar a su hijo
el alférez don Juan [Francisco Granado], perito ya en estas materias, para que
llevando consigo a Santa Cruz cuatro o cinco de estos naturales, se venga con
ellos vacunados de brazo a brazo. Con eso asegura vuestra merced todo el suceso
que ojalá se me hubiera advertido para haberlo yo dispuesto de antemano y antes
que vuestra merced internase, pues ya mi auxilio sólo sirvió desde el río
Grande. Desde ahora como tan amante al beneficio de éstos, a más de las
providencias con que me hallo del gobierno, cuente vuestra merced y disponga a
su satisfacción; yo tengo dada orden y están prontos cinco individuos listos a
caminar. Con ellos dirija vuestra merced la marcha de su hijo para las 12 del
día, en que nada faltará, todo debido al gran interés con que debemos todos
mirar el beneficio del Estado y encargos de nuestro augusto soberano,
comunicándome a más cuanto estime conveniente y oportuno para puntualizar
intenciones y deseos. Y en el interés ruego a Dios guarde a vuestra merced
muchos años, San Javier, y septiembre 7 de 1807
—Pedro Pablo Durán
Señor administrador de este pueblo, teniente Pedro Pablo Durán:
Muy señor mío: Acaba de
manifestarme una india el grano vacuno intacto bien cuidado y caracterizado, con
lo que hemos logrado todo nuestro deseo y suceso, y se han vacunado de brazo a
brazo sobre 200 personas, no defraudándonos con la duda en su propagación. Y
como es necesario cumplir con los deberes ofrecidos en materia tan interesante
puede vuestra merced franquearle a dicha india cinco varas de lienzo de la
temporalidad, tanto prometidas para vestuario, como debidas por gran estrecho
hallazgo, que yo por mi parte lo he logrado conforme al grado con que atiendo el
interés del Estado. Ya haré volver a mi hijo y toda la obra se conservará en lo
que pende de mí con el más viejo esfuerzo contando con vuestra merced para
cualesquiera ocurrencia, como tan exacto y dedicado. Dios guarde a vuestra
merced muchos años, San Javier y septiembre 9 de 1807
—Santiago Granado
Señor comisionado para la vacunación, don Santiago Granado:
Muy señor mío: Tengo gratificada
con las cinco varas del lienzo de esta temporalidad a la india, que habiendo
conservado el grano vacuno intacto lo ha manifestado hoy, y vacunándose con ella
sobre 200 personas, asegurándose con esto el cuidado de vuestra merced y la gran
importancia de su comisión, cuya recompensa tratada por vuestra merced fue
ofrecida por mí al grave estrecho en que estuvimos, a más de lo que diera
vuestra merced mismo graciosamente ofreció, mi parte ha estado franqueando la
prevención y ha verificado generosamente en dicha india.
Con lo que queda contestado el
de vuestra merced de esta fecha, dándole igualmente a nombre de mi pueblo y de
toda la provincia la enhorabuena y debidas gracias a sus arduas tareas y
contracciones, y asegurándole de nuevo mi exactitud en cuanto vuestra merced
estime conducente en lo sucesivo. Habiendo ya cesado el motivo de la acelerada
marcha de su hijo puede vuestra merced ya mandarlo venir comunicándome para ello
y todo las órdenes que gradúe oportunas. Dios guarde a vuestra merced muchos
años, San Javier, y septiembre nueve de 1807
—Pedro Pablo Durán
Notas etnográficas:
San Javier, en los 16° 14
minutos de latitud actual, y en los 65° de longitud occidental de París. Ha sido
aniquilado este pueblo por la viruela. Es gente advertida y dispuesta para lo
que se le enseñe. Este pueblo es de los más elevados en la provincia, y
septentrional, aunque en lo actual se hallan sierras más elevadas. Su
temperatura es cálida y menos húmeda, de un ardor propio de lo montuoso. Sus
aguas son crecidas, sus aires raros, y abunda el insecto incómodo. El número de
almas es en cuatro parcialidades 1.070 en 530 matrimonios, 33 viudos, 22 viudas,
y 480 obreros, y 290 seis sueltos, que componen el total de 2.000 almas de todas
clases. Contiene sobre 5.000 cabezas de ganado vacuno, ninguna lana, 100 yeguas,
21 caballos. Tiene una iglesia de buena estructura y adorno de mucho aseo; un
colegio con buenas habitaciones de adobes, buenas maderas y teja. Su plaza es
proporcionada; los caminos, pedregosos. Menudos y algunos naranjos dulces lo
hermosean con cuatro capillas y cuatro casas, de los principales jueces, de
buena obra y techo de teja. Las casas de los indios son de barro y techo de paja
y una sola puerta sin ventana, y sin divisiones ni recámaras, y en ella vive de
continuo fuego. Sus vestuarios son una camiseta en los hombres del lienzo sin
mangas, y abierta a los lados, y calzones de lana; en las mujeres, un tipoy del
lienzo hasta muy abajo, que las cubre, sin mangas y todo cerrado. Sus adornos
son en todas partes cruces, medallas, anillos y sortijas; sus camas, un cuero de
vaca y su cobija de costal. Uno encuentra alguna rara vajilla. Sus alimentos lo
más son la chicha del maíz fermentado, algunos porotos, choclos, camote, yuca,
algún pescado y poca carne, y queso. Hay poca sal, que escasea en la provincia
principal y llega del Perú, aunque en ésta hay dos buenas salinas, la de San
Jorge y Santiago, pero poco halladas. Las ocupaciones de estos naturales son
como las dirigen bajo la dura constitución que han conocido. Eran dedicados al
cuidado de estancia, chacras de caña, puertos de hortalizas, plátanos, papagayos
y verduras comunes. Y en manufacturas de carpintería, herrería, platería y
tejeduría de algodón. Hacen toda especie de tejidos. Pescan mucho, y casan
venados, y otras especies, perdices, tortugas, y muchos animales montañeses.
Tiene la provincia y en abundancia en esta jurisdicción mucho tigre, leopardo,
oso, jabalí y demás varias fieras, con muchas especies de serpientes. Los
instrumentos para la labranza son escasos y desproporcionados. Algunas cañas, y
los demás de industria con huesos y maderas, lo mismo para las manufacturas
están escasos, y no se adelantan con la industria. Procrean mucho; su vida es
disoluta, y no educan de ningún modo los hijos. En lo moral y político nada se
advierte de adelantamiento. En este pueblo hay terciaria, aunque en los demás es
sana su constitución. Nada hay de hospitalidad, ni noción.
Certificaciones:
Don Pedro Pablo Durán, teniente
de granaderos, y administrador de este pueblo de San Javier de la provincia de
Chiquitos, certifico en cuanto puedo y debo como, habiendo llegado el 28 pasado
de agosto, el profesor comisionado para la vacuna, doctor don Santiago Granado,
ha practicado en estos naturales con el mayor logro, sin reparar en las penosas
tareas a que se ha contraído hasta el día con el más recomendable esfuerzo.
Queda toda esta gente libertada, gozosa del gran bien que han experimentado
contra la gran plaga que destruye, siendo éste uno de los pueblos más azotados.
Y como el cuidado y esmero de este profesor haya sido tan exacto; su caridad,
benevolencia, y franqueza, tan singular, para que no se dude tan extraordinario
procedimiento de recomendación, extiendo la presente en este pueblo de San
Javier a 16 septiembre de 1807, advirtiendo hace este profesor la interesante
expedición sin sueldo, ni emolumento alguno, costeado sólo por el interesado a
favor del Estado y beneficio de la humanidad, en que no se pierde oportunidad
—Pedro Pablo Durán
Don José Ramón Baca,
administrador de este pueblo de la Purísima Concepción de Chiquitos, certificó
en cuanto puedo que habiendo arribado a este pueblo el doctor don Santiago
Granado, profesor comisionado el 17 septiembre del presente, a practicar el
loable beneficio de la operación vacuna para preservar a los naturales de la
desolación que han experimentado en las pestes de viruelas, que no ha tenido
refugio en tales plagas sino esperar la muerte. Por lo que y habiéndola
practicado el actual comisionado con tan buen éxito, que han quedado todos
servidos de este tan recomendable bien. Y para que así conste doy la presente en
este pueblo, y septiembre 24 de 1807
—José Ramón Baca
Don Miguel Bonis y Zamorate,
administrador de este pueblo de San Miguel de la provincia de Chiquitos,
certifico en cuanto puedo que habiendo llegado a este pueblo el comisionado
doctor don Santiago Granado, profesor de medicina y titular de la ciudad de
Cochabamba, el 27 del que rige, y en el mismo acto puesto en ejecución el
interesante y loable beneficio de la vacunación, a que se ha dirigido, lo ha
logrado con el más feliz éxito, sin omitir la fatiga que ocasiona la multitud a
una persona sola, que hace la operación, quedando todo este vecindario tan
inmensamente contento que lo manifiestan en su semblante alegre y dando
infinitas gracias a Dios por hallarse libres de las viruelas, a que por
naturaleza estaban expuestos. Y siendo cuanto en el particular hallo que decir y
certificar lo firmo en este referido pueblo en 30 septiembre de 1807
—Miguel Bonis y Zamorate
Don Juan José Moreno,
administrador de este pueblo de Santa Ana, provincia de Chiquitos, certifico en
cuanto puedo y debo decir, en mérito de verdad, que habiendo llegado a éste el
comisionado para los efectos de la vacuna doctor don Santiago Granado, profesor
de medicina, el día 2 del que rige. Y en el mismo punto de su llegada, puesto en
ejecución el cargo interesante y beneficio de su comisión, habiéndola hecho con
indios del pueblo de San Miguel, y Concepción, que para el efecto trajo
vacunados con grano, admitieron la gente de este pueblo dicha operación con gran
júbilo y alegría, significando éstos que por medio de la predicha operación se
hallarían preservados del mal de las viruelas, accidente que en tiempos pasados
habiéndoles asaltado les había desolado sus gentes, cual dio bando en el modo
las amonestaciones continuas del señor gobernador actual don Miguel Fermín de
Riglos como tan amante al bien de ellos y propenso a su beneficio. Y en
conclusión, digo que el señor comisionado se manifestó muy constante, cariñoso,
y contraído, según natural inclinación, al Estado y bien de la humanidad, como
es constante se ha manifestado en esta provincia. Es cuánto tengo que exponer,
dando la presente en este pueblo de Santa Ana el 6 octubre de 1807
—Juan José Moreno
Don Francisco Javier Velasco,
capitán de ejército, secretario de gobierno y administrador del pueblo capital
de San Ignacio de Chiquitos, certifico en cuanto puedo que el doctor don
Santiago Granado, profesor de medicina y cirugía, médico titular de la ciudad de
Cochabamba y comisionado por aquel señor intendente para que en los partidos de
Santa Cruz, Cordillera y estas misiones se propague el beneficio de la
vacunación, a fin de evitar los estragos que suelen hacer en estas partes el mal
de las viruelas. Y en la ocasión ya se había advertido en este pueblo capital de
San Ignacio en once zonas, llegó oportunamente el mencionado doctor Del Granado
el día 7 del presente mes. Desde el punto de haber apeado del caballo, empezó a
ejercitarse la vacunación con el fluido de los vacunados que trajo consigo desde
el pueblo de Santa Ana, cuya práctica la ha ejecutado con satisfacción de estos
naturales no sólo por el beneficio que les redunda a su salud, sino también por
el agradable trato y afabilidad con que hace sus operaciones. Si el mérito en el
precioso hallazgo por el célebre inglés Jenner ha sido tan aplaudido y
satisfactorio a su persona, como debido a un interés tan singular, no ha sido
menos a mi entender el extraordinario de nuestro dedicado español Granado, que
sólo movido del gran interés del Estado y beneficio de la humanidad, a que es
tan propenso, ha proporcionado a costa de indecibles incomodidades con notorio y
generoso dispendio de sus intereses particulares, introducir y propagar el mayor
de los descubrimientos, y mediante ellos libertar a estas provincias tan
desprotegidas como remotas, que han sabido quedar asoladas de esta cruel plaga,
que ya se tenía por haberse principiado como llevo indicado, y mediante la
vacunación ha quedado libre de tan gran calamidad.
Igualmente no ha sido menos el
celo del expresado médico, en que la operación de la vacunar se perpetúe. Y a
este propósito y cumpliendo con los deseos piadosos del soberano, ha enseñado
prolijamente el método de vacunar, siendo yo mismo uno de los instruidos por él
para efectuar en lo sucesivo este servicio a la humanidad. Todo lo que siendo
constante y notorio que ha efectuado el referido doctor Del Granado en uso de su
comisión, e innata propensión al bien universal, lo certifico en obsequio de la
verdad. Y para que conste donde convenga, doy la presente en este pueblo capital
de San Ignacio en 13 octubre de 1807
—Francisco Javier Velasco
Don José Miguel Hurtado,
administrador del pueblo de San Rafael de la provincia de Chiquitos, certifico
en cuanto puedo cómo el doctor don Santiago Granado profesor comisionado para
los interesantes bienes de la vacuna, que está desempeñando sucesivamente en
esta provincia con el más feliz éxito, llegó a éste de mi cargo el 15 del
corriente e inmediatamente procedió a su práctica e incidencias que tiene
completamente satisfechos con la mayor satisfacción y utilidad de estas
desdichadas gentes que humanamente y generosamente ha tratado y traído a su
beneficio. Ello es cierto, que no puede dejar de confesarse, decantándose
públicamente en las provincias que nada ha sido el mérito del descubrimiento
inglés hallado sin solicitud, ni fatiga, equiparado con la dedicación y esmero
de nuestro nunca bien ponderado profesor de medicina español, quien con abandono
de su propia persona e intereses se ha sacrificado y anhelado, venciendo la
misma improporción en propagar y perpetuar un interés, que se hace inexplicable
su utilidad en estas remotas provincias deudoras de la mayor de los rescatadores
a su libertador, que no pierde oportunidad de instruir en perpetuidad para el
colmo de su humanidad, cuyas nociones exactamente me tiene comunicadas para la
continuación de la obra como nunca bien satisfecho del beneficio del Estado. Y
para que todo conste doy la presente en este pueblo de San Rafael a 26 octubre
1807
—José Miguel Hurtado
Aviso:
Señor gobernador militar y
político de Chiquitos don Miguel Fermín de Riglos, con esta fecha doy cuenta a
la Real Audiencia de la Plata del oficio de vuestra merced de 23 octubre, con el
fin de la conservación del fluido vacuno para sus sucesiva propagación de tan
útil específico y lo aviso a vuestra merced en apoyo y contextuación de su
representación, esperando que con buen celo continúe hasta la conclusión tan
útil, importante operación. Dios guarde a vuestra merced muchos años, San
Rafael, y octubre 25 de 1807
—Miguel Fermín de Riglos
Edicto:
A los administradores de los
pueblos de San José, San Juan, Santiago y Santo Corazón: Prevengo a vuestras
mercedes que por disposición del tribunal de la Real Audiencia y a pedimento de
este gobierno, el facultativo don Santiago Granado está practicando el
importante descubrimiento de la vacunación tan importante para el género humano,
el cual libra de las viruelas confluentes y de la muerte. En todos estos pueblos
se ha practicado con mucho acierto y felicidad; debo esperar que en ésos suceda
lo mismo, quedando el beneficio a favor de los naturales. vuestras mercedes
dispondréis todo lo que corresponda a que se verifique, encargando a los
naturales que no se nieguen para que no se pierda el fluido vacuno y que corra
esta circular. Dios guarde a vuestras mercedes muchos años, San Rafael, y
octubre 27 de 1807
—Miguel Fermín de Riglos
Edicto:
A los administradores de los
pueblos de San José, San Juan, Santiago y Santo Corazón: Encargo a vuestras
mercedes que al profesor don Santiago Granado lo alojen en la habitación del
gobierno y le den los auxilios necesarios para su tránsito de pueblo en pueblo
como se ha hecho en estos pueblos. Dios guarde a vuestras mercedes muchos años,
San Rafael, octubre 27 de 1807
—Miguel Fermín de Riglos
Certificaciones:
Don Andrés José de Urquieta,
administrador de temporalidades del pueblo de Santiago, provincia de Chiquitos,
certifico en cuanto el derecho me permite que desde el día 5 del mes de la fecha
en que arribó a este pueblo el señor doctor don Santiago Granado, profesor de
medicina, hasta el 10 del mismo, se ha contraído piadosamente a aplicar a todos
los vecinos de este pueblo de todas edades el remedio de la inoculación vacuna
operada por dicho señor ventajosamente por su admirable acierto y mérito tan
digno de la estimación del rey, cuyo método deja instruido al señor cura de este
referido pueblo licenciado don Francisco Callau para su propagación. Y para los
fines que le convengan doy la presente en Santiago el 11 noviembre de 1807 años
—Andrés José de Urquieta
Don Juan José Durán,
administrador del pueblo de Santo Corazón de Jesús, provincia de Chiquitos,
certifico en cuanto debo que habiendo llegado el doctor don Santiago Granado,
profesor comisionado para la importancia vacuna a éste de mi cargo el día 12 del
corriente la ha verificado con feliz éxito, amor y contracción en estos
naturales, instruyendo al mismo tiempo su práctica y conservación de que
quedamos hechos cargo para sus efectos. Y para que todo conste doy la presente
en dicho pueblo del Corazón el 16 noviembre de 1807
—Juan José Durán
Don Miguel Quiroga,
administrador del pueblo de San Juan Bautista, provincia de Chiquitos, certifico
como es debido que habiendo llegado don Juan [Francisco] Granado a este pueblo;
según lo dispuesto por el señor comisionado para la gran importancia de la
vacuna, doctor don Santiago Granado; empezó a practicarla el día 11 del
corriente poco a poco en sus naturales, hasta que el día 20 llegó dicho señor
comisionado y concluyó en todos los que faltaban y se han hallado en este
pueblo, con el mayor amor, agrado y satisfacción, concluyendo su comisión aquí
como final pueblo de sus tareas, sin haber desmayado un ápice en el rigor que
los anima a ser tan benéficos sin reparar intereses, despreciando incomodidad, y
arrojándose a toda clase de dificultades, sin desmayar, con lo que han logrado
introducir, instruir y levantar a esta provincia del mal con el preservativo,
que inocente ha surtido los mejores efectos sin incomodidad ni impedimento,
según asertivamente se anuncia de toda la provincia, y visto en esta con la
mayor satisfacción. Y para que todo conste doy la presente, que juro y firmo en
San Juan Bautista de Chiquitos en 23 noviembre de 1807
—Miguel Quiroga
Edicto:
Al guarda mayor del río Grande:
Regresa a Santa Cruz el doctor don Santiago Granado, médico titular de la ciudad
de Cochabamba, después de haber practicado la importante obra de la vacunación
en todos los pueblos de esta provincia. No se le pondrá embarazo en su tránsito
con su correspondiente equipaje, antes bien se la auxiliará con todo lo
necesario, sin faltarle en cosa alguna digna atención al grande servicio que
acaba de hacer al rey y a estos naturales, Santa Ana, diciembre 1 de 1807,
el gobernador Miguel Fermín de
Riglos, sirva como fuera de mi letra.
Excelentísimo señor virrey de estas provincias, don Santiago Liniers:
Excelentísimo señor: En
cumplimiento del superior decreto de vuestra excelencia, ha leído el
Protomedicato con la mayor complacencia el informe justificativo que presenta
don Santiago Granado, referente a la comisión de vacunar que ha desempeñado con
tanta satisfacción de los jefes en los respectivos distritos de Cochabamba,
Santa Cruz de la Sierra, Moxos, y Chiquitos.
Y a la verdad: es nada común el
celo de este benemérito profesor que, llevado de un afecto filantrópico hacia
sus semejantes, arrostró los infinitos riesgos que debió prever en tan peligrosa
comisión, no sólo por el dilatado viaje de más de 2.000 leguas, que tuvo que
andar por caminos los más ásperos, y casi intransitables, sino aun más por la
intemperie del clima, las ningunas comodidades que ofrecen países desiertos,
habitados solamente de bestias feroces, indios salvajes, pequeñas poblaciones de
hombres nuevamente reducidos a sociedad, y sobre todo, por las violencias de los
malévolos o preocupados que llegaron a poner asechanza a su vida. El resultado
de tan peligrosa comisión, hecha a sus expensas y sin auxilio del real erario ni
gravamen de los pueblos beneficiados, es haber vacunado 45.311 sujetos, es
decir, haber salvado la vida cuando menos a la quinta parte de estos individuos
que necesariamente habrían sucumbido a la hidra devoradora de la viruela, según
la constante experiencia que hay en estos países.
Por cuya razón juzga el
Protomedicato que el profesor don Santiago Granado es acreedor a que vuestra
excelencia le recomiende a Su Majestad, para que lo atienda y premie a la
proporción del mérito tan relevante ya contraído. Que es cuanto puede informar
el Protomedicato cumpliendo con el superior decreto de vuestra excelencia,
Buenos Aires 26 octubre de 1808
—Miguel Gorman y Agustín Eusebio
Fabre
Excelentísimo señor don Benito Hermida, secretario del Ministerio de Gracia y
Justicia:
Excelentísimo señor: Don
Santiago Granado, médico titular de la capital de Cochabamba, ha hecho constar a
este superior gobierno haber vacunado de aquella provincia y los pueblos de
misiones de Moxos y Chiquitos a 45.311 individuos, a su costa sin gravamen
alguno del real erario ni de los pueblos beneficiados, caminando para ello más
de 2.000 leguas por tránsitos ásperos, desiertos, habitados de fieras y
enfermizos y sufriendo también las violencias de los malévolos o preocupados que
llegaron a poner asechanzas a su vida. Y considerando acreedor por tan relevante
mérito de las gracias proporcionadas que Su Majestad se digne dispensarle, lo
recomienda a vuestra excelencia acompañando para la debida instrucción,
testimonio del expediente de la materia, a fin se sirva interponer su poderoso
influjo para la concesión de ellas. Dios guarde a vuestra excelencia muchos
años, Buenos Aires 4 julio de 1809
—Santiago Liniers
El virrey de Buenos Aires, con inclusión del respectivo testimonio del
expediente, recomienda para premio al médico don Santiago Granado.
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Expediente 21. Legajo 1558-A
El mismo virrey de Buenos Aires
don Santiago Liniers en carta de 4 julio de 1809 recomendaba el mérito y
servicios de don Santiago Granado, médico titular de la ciudad de Cochabamba,
acompañando testimonio de éstos, del que resultaba que en aquella provincia y en
los pueblos de misiones de Moxos y Chiquitos [vacunó] 45.311 personas sin
gravamen alguno del erario ni de los pueblos, y a costas de grandes trabajos en
su marcha.
Se le concedieron honores de
médico de [Cámara de Su Majestad de la real] familia [y distinción nobiliaria],
y así se contestó al [nuevo] virrey en 27 abril de 1810.
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MERCED REAL:
Deseando la Junta Suprema Gubernativa del Reino premiar debidamente los
sobresalientes méritos del facultativo don Santiago del Granado, quien en la
provincia de Charcas, a expensas propias, sin gravamen alguno del público, ni
menos del real erario, ha desempeñado la comisión de vacunar 45.311 personas a
costas de grandes trabajos en su marcha de 2.000 leguas, se ha servido
concederle en nombre del rey nuestro señor don Fernando VII honores de médico y
cirujano de Cámara de Su Majestad, y merced de título de Castilla, libre de
lanzas y medias anatas, con la denominación de Conde de Cotoca, para sí, sus
hijos, herederos y sucesores. Alcázar de Sevilla, 10 enero 1810
—Benito Hermida
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